REFLEXIÒN PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Evangelio según San Marcos 13,33-37
Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico. Volvemos a iniciar un itinerario “en espiral” alrededor del Misterio central de nuestra fe: la Muerte y Resurrección de Jesús. Así, como nos dice tan bellamente Dolores Aleixandre, “cada año recorremos este camino y en él nuestra existencia se va configurando progresivamente con la del Señor y se hace más profunda nuestra marca del “acento galileo” que permite que se nos reconozca como discípulos suyos”.
Hoy Jesús, casi diríamos que en continuidad con lo que veníamos escuchando durante estos últimos domingos, vuelve a advertirnos: “tengan cuidado y estén prevenidos!”. Tres veces nos dice en este corto pasaje del evangelio: “estén prevenidos”. ¿Y cuál es la actitud que se nos pide? Estar despiertos. Este es el aviso urgente del Adviento.
Y es que muchas veces se nos pasa la vida sin siquiera advertir Su Presencia en medio nuestro. Claro…es una presencia, tal y como la describe el Evangelio, que se parece a la del ladrón, que llega en el momento menos esperado…Es una llamada apremiante: necesitamos estar abiertos al misterio de su Presencia.
El Señor viene, el Señor pasa…Si estamos despiertos, atentos a su Voz, Él entrará en nuestra vida para quedarse con nosotros.
Nuestra Hna. Lucía Gil Elizalde nos decía: “El presente es la visita de Dios”. Es por eso que hemos de estar abiertos, atentos, despiertos, para que el Señor no pase sin ser advertido por nosotros.
Él quiere visitar esta “viña” (Salmo 79). Recemos con el salmista: “Que tu mano nos sostenga, para nunca apartarnos de Ti”.
María que, durante nueve meses, esperó a su Hijo, sostenga nuestra esperanza, tan desafiada en estos tiempos.
por Hna María de los Ángeles Puy
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