domingo, 15 de noviembre de 2020

 

REFLEXIÓN DOMINGO XXXIII DURANTE EL AÑO

Mateo 25, 14-30

Estamos llegando al final del año litúrgico, y vemos a Jesús dirigiéndose a sus discípulos (es decir, a todos nosotros, que somos sus siervos). Nos habla de Su confianza, porque nos entrega lo Suyo para que lo custodiemos durante el tiempo en que Él tardará en volver. Él lo da a cada uno “según su capacidad”. Nada nos pedirá más allá de nuestra posibilidad.

De nuestra actitud frente a esto que nos confía, depende el que nos reconozca como “buen y fiel servidor” o como “malo y perezoso”.

No basta con devolver intacto lo que recibimos. Es preciso hacerlo fructificar. Un árbol que no da frutos, es estéril, no es útil. Así también nuestra vida, si no trabajamos con lo que hemos recibido gratuitamente, es decir, no por mérito sino por bondad de quien nos lo entrega.

Esto supone capacidad de arriesgar, vencer el miedo y la comodidad, ser creativos y audaces para administrar nuestra vida en el servicio a los demás.

Hoy también el Papa Francisco nos invita a celebrar la Jornada Mundial de los Pobres, y este año puso como lema: “Tiende tu mano”. De esto se trata el riesgo para hacer fructificar nuestra vida, de “tender nuestra mano”, para que “el otro” pueda apoyarse, sostenerse, levantarse…que esta mano nuestra ofrezca gestos de ternura, caricias, fuerza para los que son más débiles…

Nuestra Hna. Lucía Gil Elizalde, fundadora de nuestra congregación, decía en una de sus cartas a las Hermanas: “Dar sólo lo que se nos exige ¡qué tibieza grande es! Acuérdense de aquello que hemos leído tantas veces: quien pudiendo dar dos no da más que uno, defrauda a Su Dios y Señor en la mitad”

Arriesguemos entonces, para poder vivir una fidelidad creativa. Tendamos nuestra mano y venzamos el miedo que nos paraliza. Así el día que el Señor regrese, podrá llamarnos “servidor bueno y fiel, entra al banquete de tu señor”.

 

 

por Hna María de los Ángeles Puy


No hay comentarios:

Publicar un comentario