domingo, 28 de junio de 2015

Domingo 13º durante el año

Comentario...
Buena Noticia según San Marcos 5, 21-43

HERIDAS SECRETAS
No conocemos su nombre. Es una mujer insignificante, perdida en el medio del gentío que sigue a Jesús. No se atreve  a hablar con Él, como Jairo, el jefe de la sinagoga, que ha conseguido que Jesús se dirija hacia su casa. Ella no podrá tener nunca esa suerte.
Nadie sabe que es una mujer marcada por una enfermedad secreta. Los maestros de la Ley le han enseñado a mirarse a sí misma como una mujer "impura" mientras tenga pérdidas de sangre. Se ha pasado muchos años buscando un curador, pero nadie ha logrado sanarla. ¿Dónde podrá encontrar la salud que necesita para vivir con dignidad?
Muchas personas viven entre nosotros experiencias parecidas. Humilladas por heridas secretas que nadie conoce, sin fuerzas para confiar a alguien su "enfermedad", busca ayuda, paz y consuelo sin saber dónde encontrarlos. Se sienten culpables cuando muchas veces sólo son víctimas.
Personas buenas que se sienten indignas de acercarse a recibir a Cristo en la comunión; cristianos piadosos que han vivido sufriendo de manera insana porque se les enseñó a ver como sucio, humillante y pecaminoso todo lo relacionado con el sexo; creyentes que, al final de su vida, no saben cómo romper la cadena de confesiones y comuniones supuestamente sacrílegas... ¿No podrán conocer nunca la paz?
Según el relato, la mujer enferma "oye hablar de Jesús" e intuye que está ante alguien que puede arrancar la "impureza" de su cuerpo y de su vida entera. Jesús no habla de dignidad o indignidad. Sus ojos miran con amor. Su persona irradia fuerza curadora.
La mujer busca su propio camino para encontrarse con Jesús. No se siente con fuerzas para mirarle a los ojos: se acercará por detrás. Le da vergüenza hablarle de su enfermedad: actuará calladamente.
No puede tocarlo físicamente: le tocará sólo el manto. No importa. No importa nada. Para sentirse limpia basta esa confianza grande en Jesús.
Lo dice Él mismo. Esta mujer no ha de avergonzarse ante nadie.Lo que ha hecho no es malo. Es un  gesto de fe. Jesús tiene sus caminos para curar heridas secretas, y decir a quienes lo buscan: "Hija, hijo, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud"

DIOS QUIERE LA VIDA
El ser humano se siente mal ante el misterio de la muerte. Nos da miedo lo desconocido. Nos aterra despedirnos para siempre de nuestros seres queridos para adentrarnos, en la soledad más absoluta, en un mundo oculto en el que no sabemos exactamente qué es lo que nos espera.
Por otra parte, incluso en estos tiempos de indiferencia e incredulidad, la muerte sigue envuelta en una atmósfera religiosa. Ante el final se despierta en no pocos el recuerdo de Dios o las imágenes que cada uno nos hacemos de él. De alguna manera, la muerte desvela nuestra relación con el Creador, bien sea de abandono confiado, de inquietud ante el posible encuentro con su misterio o de rechazo abierto a toda trascendencia.
Es curioso observar que son bastantes los que asocian la muerte con Dios, como si esta fuera algo ideado por Él para asustarnos o para hacernos caer en sus manos. Dios sería un personaje siniestro que nos deja en libertad durante unos años, pero que nos espera al final en la oscuridad de esa muerte tan temida.
Sin embargo, la tradición bíblica insiste una y otra vez en que Dios no quiere la muerte. El ser humano, fruto del amor infinito de Dios, no ha sido pensado ni creado para terminar en la nada. La muerte no puede ser la intención última del proyecto de Dios sobre el hombre.
Desde las culturas más primitivas hasta las filosofías más elaboradas sobre la inmortalidad del alma, el ser humano se ha rebelado siempre contra la muerte. Sabe que morir es algo natural dentro del proceso biológico viviente, pero, al mismo tiempo, se resiste a que esa muerte pueda ser su último destino.
La esperanza en una vida eterna se fue gestando lentamente en la tradición bíblica, no por razones filosóficas o consideraciones sobre la inmortalidad del alma, sino por la confianza total en la fidelidad de Dios. Si esperamos la vida eterna es solo porque Dios es fiel a sí mismo y fiel a su proyecto. Como dijo Jesús en una frase inolvidable: "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos están vivos" (Lucas 20,38).
Dios quiere la vida del ser humano. Su proyecto va más allá de la muerte biológica. La fe del cristiano, iluminada por la resurrección de Cristo, está bien expresada por el salmista: "no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu amigo conocer la corrupción" (Salmo 16,10).
La actuación de Jesús agarrando con su mano a la joven muerta para rescatarla de la muerte es encarnación y signo visible de la acción de Dios, dispuesto a salvar de la destrucción al ser humano.
Extractado de "El Camino abierto por Jesús" de J. Pagola

sábado, 20 de junio de 2015

Domingo 12º durante el Año

de la Buena Noticia según San Marcos 4,35-41

¿POR QUÉ TANTO MIEDO?
El episodio de la tempestad calmada por Jesús en medio del lago de Galilea siempre ha tenido gran eco entre los cristianos. Ya no es posible conocer su núcleo histórico original. Marcos ha trabajado el relato para invitar a su comunidad, amenazada por la persecución y la hostilidad, a confiar en Jesús.
La escena es sobrecogedora. La barca se encuentra en medio del mar. Comienza a echarse encima la oscuridad de la noche. De pronto se levanta un fuerte huracán. Las olas rompen contra la barca. El agua lo va llenando todo. El grupo de Jesús está en peligro.
Dentro de la barca, los discípulos están angustiados: en cualquier momento se pueden hundir. Mientras tanto, Jesús "duerme" en la parte trasera, tal vez en el lugar desde el que se marca el rumbo de la embarcación. No se siente amenazado. Su sueño tranquilo indica que en ningún momento ha perdido la paz.
Los discípulos le despiertan: "¿No te importa que nos hundamos?". El miedo les impide confiar en Jesús. Sólo ven el peligro. Dudan de Jesús. Le reprochan su indiferencia: ¿por qué se desentiende?, ¿ya no se preocupa de sus seguidores? Son preguntas que brotan en la comunidad cristiana en los momentos de crisis.
La respuesta de Jesús es doble: "¿Por qué son tan cobardes?", ¿por qué tanto miedo? A los discípulos les falta confianza, no tienen valor para correr riesgos junto a Jesús. "¿Aún no tienen fe?". Los discípulos viven la tempestad como si estuvieran solos, abandonados a su suerte; como si Jesús no estuviera en la barca.
Nuestro mayor pecado en una Iglesia en crisis es cultivar el miedo. El miedo agiganta los problemas y despierta añoranza del poder del pasado. Nos lleva a culpabilizar al mundo, no a amarlo. Genera control y ahoga la alegría. Endurece la disciplina y hace desaparecer la fraternidad. Donde comienza el miedo termina la fe.
Lo que necesitamos en momentos de crisis es reflexión valiente y lúcida sobre la situación, autocrítica serena de nuestros miedos y cobardías, diálogo sincero y colaboración confiada. ¿Qué aporto yo a la Iglesia?: ¿miedo o fe?, ¿pesimismo o confianza?, ¿turbación o paz?
pintura de José Ignacio Fletes Cruz

DIOS NO QUIERE QUE NOS HUNDAMOS
Hay formas de entender la religión que son falsas y desfiguran la realidad de Dios y la experiencia religiosa. 
Veamos un ejemplo. Son bastantes los que viven su religión desde el siguiente marco. Por una parte están los intereses de Dios; a él le interesa su gloria, es decir que las personas crean en él, que lo alaben y cumplan su voluntad divina. Por otra están los intereses de los humanos, que nos afanamos por vivir lo mejor posible y ser felices. [...]
En realidad, las cosas son de manera muy diferente. A Dios lo único que le interesa somos nosotros. Nos crea solo por amor y busca siempre nuestro bien. No hay que convencerle de nada. De él solo brota amor hacia el ser humano. Lo que le da verdadera gloria es que los hombres y las mujeres vivan en plenitud.
Si quiere que cumplamos esas obligaciones morales que llevamos dentro del corazón por el mero hecho de ser humanos, es porque ese cumplimiento es bueno para nosotros. Dios está siempre contra el mal, porque va contra la felicidad del ser humano. No "envía" ni "permite" la desgracia. No está en la enfermedad, sino en el enfermo. NO está en el accidente, sino con el accidentado. Está en aquello que contribuye ahora mismo al bien de las personas. Y, a pesar de los fracasos y desgracias inevitables de esta vida finita, está orientándolo todo hacia la salvación definitiva.
En el relato evangélico de Marcos, los discípulos zarandeados por la tempestad, gritan asustados: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?". Jesús calma el mar (símbolo del poder del mal) y les dice: "¿Aún no tienen fe?". A Dios le importa precisamente que no nos hundamos. Así nos lo enseña Jesús.

Extractado de "El Camino abierto por Jesús" de J. Pagola

jueves, 18 de junio de 2015

Para reflexionar...

¿QUIÉN DECIDE QUÉ NECESITAMOS O DEJAMOS DE NECESITAR?

"La intensidad, la satisfacción y hasta el carácter de las necesidades humanas, más allá del nivel biológico, han sido siempre precondicionadas. Se conciba o no como una necesidad, la posibilidad de hacer o dejar de hacer, de disfrutar o destruir, de poseer o rechazar algo, ello depende de si puede o no ser vista como deseable y necesaria para las instituciones e intereses predominantes de la sociedad. [...]
Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y falsas. «Falsas» son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetúan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfacción puede ser de lo más grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedir el desarrollo de la capacidad (la suya propia y la de otros) de reconocer la enfermedad del todo y de aprovechar las posibilidades de curarla.
El resultado es, en este caso, la euforia dentro de la infelicidad. La mayor parte de las necesidades predominantes de descansar, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con los anuncios, de amar y odiar lo que otros odian y aman, pertenece a esta categoría de falsas necesidades.
Estas necesidades tienen un contenido y una función sociales, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control; el desarrollo y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo propio del individuo, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo lo que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión.


El predominio de las necesidades represivas es un hecho cumplido, aceptado por ignorancia y por derrotismo, pero es un hecho que debe ser eliminado tanto en interés del individuo feliz, como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfacción. Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar satisfacción son las vitales: alimento, vestido y habitación en el nivel de cultura que esté al alcance. La satisfacción de estas necesidades es el requisito para la realización de todas las necesidades […]"

Extractado de "El Hombre Unidimensional" de Herbert Marcuse

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

"Ningún siglo y ninguna nación pueden considerarme de su propiedad. 
Yo pertenezco a todos los tiempos y a todos los pueblos".
Se me han dado muchos nombres... 
pero el nombre que yo misma he escogido es:
MADRE DEL PERPETUO SOCORRO

Día Primero: Santísima Virgen María, quisiste que te llamemos Madre del Perpetuo Socorro, te suplico me socorras en todo tiempo y lugar, no permitas que la soledad se apodere de mi corazón, acompañame, Madre mía.

Día Segundo: Madre del Perpetuo Socorro, dame fuerza para vencer las tentaciones, asistime en mis caídas, en mis dificultades, que sienta siempre tu calor maternal, sabiendo que siempre me protegerás.

Día Tercero: Concedeme, Madre mía, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos, sabiendo que si voy a vos, siempre me recibirás.

Día Cuarto: Virgen santísima del Perpetuo Socorro, bendecí mi vida y mi accionar, rogá por mí ante tu Hijo, por mi familia, por mis hijos, para que seamos dignos de alcanzar una muerte esperanzadora junto a Jesús en su Reino.

Día Quinto: Amadísima Señora del Perpetuo Socorro, iluminá a los gobernantes de este país y del mundo, para que sean fieles y justos al mandato que se les ha encomendado. Iluminá sus corazones para que gobiernen equitativamente y logren que la gente viva un poco más feliz.

Día Sexto: Señora Nuestra, Vos que fuiste colmada de alegría en la Resurrección de tu Hijo, concedenos que perseverando en la oración con la Iglesia, nos dispongamos a recibir los dones del Espíritu Santo, y guiados por ellos nuestra vida sea un testimonio de fe, esperanza y amor, y un día podamos gozar contigo la alegría del Reino. Por Jesucristo, nuestro Hermano y Señor.

Día Séptimo: María, Señora Nuestra del Perpetuo Socorro, Vos que nos acompañás, nos guardás, nos defendés, nos animás, nos sostenés, enseñanos a buscar consuelo y fortaleza en la oración y en los Sacramentos que nos dejó la bondad y la misericordia de tu Hijo Jesús.

 Día Octavo: María, nuestro Eterno y Perpetuo Socorro, que comprendamos que mientras vos seas nuestro Perpetuo Socorro, a nada debemos temer y nunca permitirnos ser indiferentes ante la necesidad de alguien que precisa de mí, pues yo tendré la recompensa en Vos y en tu Amor.

 Día Noveno: Virgen María, tu Hijo estando en la Cruz, quiso que fueras Madre nuestra, y quisiste que eternamente te llamemos nuestro Socorro Perpetuo, gracias, María, por elegir quedarte siempre con nosotros y socorrernos en nuestras dificultades. Gracias Madre, por saber que siempre estás.

EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN
El ícono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro no es un adorno, sino un mensaje.
Es una catequesis del misterio central de nuestra fe. Los diversos elementos que aparecen en él nos hablan de Dios entre nosotros, del camino de la cruz, de la intercesión amorosa de MARÍA, de la gloria y la luz (color dorado del fondo).
El ícono muestra cuatro figuras sagradas: la Virgen Madre de Dios, el Niño Jesús, y los Arcángeles san Miguel y san Gabriel. Estos personajes vienen descritos en las letras que aparecen en la imagen:
 MP - OY = Madre de Dios
 IC  - XC = Jesús - Cristo
OAM = El arcángel Miguel
OAI   = El arcángel Gabriel
Se trata de un ícono mariano que "indica": María señala a Jesús.
El Niño aparece como víctima que se ofrece. 
El conjunto de la composición acentúa la realidad del dolor. Pero a la vez se pone de relieve el triunfo de Cristo en le dorado del fondo y en el modo cómo los ángeles llevan los instrumentos de la pasión.
La imagen del Perpetuo Socorro es una síntesis del misterio de salvación e invita a la oración porque en él se ve la Virgen María que acompaña la vida y la plegaria y también los misterios de la vida de Cristo: gozosos (el niño), doloroso (la cruz), y gloriosos (el color dorado del fondo).



domingo, 7 de junio de 2015

En la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Jesús

Lucía nos habla así de la Eucaristía...

Cuerpo y Sangre de Cristo

      Aquella noche santa, 
      te nos quedaste nuestro, 
      con angustia tu vida, 
      sin heridas tu Cuerpo.

Te nos quedaste vivo, 
porque ibas a ser muerto; 
porque iban a romperte, 
te nos quedaste entero.
Gota a gota tu sangre, 
grano a grano tu cuerpo: 
un lagar y un molino 
en dos trozos de leño.

      Aquella noche santa, 
      te nos quedaste nuestro.

Te nos quedaste todo: 
amor y sacramento, 
ternura prodigiosa, 
todo en ti, tierra y cielo.
Te quedaste conciso, 
te escondite concreto, 
nada para el sentido, 
todo para el misterio.

      Aquella noche santa, 
      te nos quedaste nuestro.

Vino de ser herida, 
trigo de pan hambriento, 
toda tu hambre cercana, 
tú, blancura de fuego.
En este frío de hombre 
y en su labio reseco, 
aquella noche santa, 
te nos quedaste nuestro.

      Te adoro, Cristo oculto,
      te adoro, Trigo tierno. Amén


(Himno del Oficio de Lectura)