Reflexión del Evangelio
según San Mateo 25,31-46
Estamos cerrando nuestro año litúrgico, y se nos invita a contemplar a Jesús, como Rey del Universo, frente a quien todas las naciones deberán comparecer un día, para recibir el juicio definitivo de la historia.
Sin embargo, lo que nos dice hoy la Palabra, no debería perderse en la universalidad, como algo lejano a nuestras vidas. Jesús nos habla de ser el Rey, el Dueño, el Pastor de nuestra propia existencia. Por eso, nos advierte sobre lo que será juzgado ese último día. Se trata de actitudes cotidianas y muy concretas, que tienen que ver con la COMPASIÓN. Es decir, cómo nos hemos comportado frente al sufrimiento del hermano.
Si somos sinceros, no podemos pasar de largo frente a las advertencias de Jesús. Se trata de dar una respuesta concreta a una necesidad vital de aquel que se cruza con nosotros en nuestro camino. Sólo si asumimos esta actitud en nuestra vida cotidiana, podremos un día ser llamados por Jesús BENDITOS DE MI PADRE.
Nuestra hna. Lucía Gil Elizalde, nos dice al hablarnos de la visita a los pobres: “Hay que ver en todos los necesitados los miembros que sufren del Salvador Crucificado. Seamos compasivos. El peso que ellos llevan es bien pesado. Nada los hará tan felices como el sentirse comprendidos y ver que los ayudamos material y espiritualmente…”
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