martes, 27 de agosto de 2013

2º Encuentro de Espiritualidad

4 de noviembre 2012
Canto:
En el encuentro anterior la invitación fue a beber de la fuente carismática de la Hermanas Auxiliares recibida de P. Rodolfo Carboni y Lucia Gil Elizalde:
Por eso al lado de la Fuente están estas dos personas que un momento histórico de sus vidas supieron escuchar al Espíritu y se largaron tras Jesús sin saber a dónde Jesús los llevaba…
En ese irse dejando llevar con Jesús, escuchando su Palabra, intimando con él fueron identificándose con el rostro de Jesús Sacerdote.
Jn 17, 11-19.

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo.
Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

La invitación de esta tarde es a Mirar a Jesús Sacerdote: pág. 7 y 8 de la Espiritualidad sacerdotal.
Vamos  a leer de a dos estos aspectos de Jesús sacerdote y qué me dicen a mi como laico que participo de una comunidad cristiana.

Ser presencia
Ser presencia, Señor,

es hablar de Tí sin nombrarte;
callar cuando es preciso que el gesto reemplace la palabra.
Ser luz que ilumina el lenguaje del silencio
y voz, que surgiendo de la vida, no habla.
Es decirle a los demás que estamos cerca,
aunque sea grande la distancia que separa.
Es intuir la esperanza de los otros y simplemente, llenarla.
Es sufrir con el que sufre y desde dentro, mostrarle que Dios
cura nuestras llagas.
Es reír con el que ríe y alegrarse del gozo del hermano porque ama.
Es gritar con la fuerza del Espíritu
la verdad que desde Dios siempre nos salva.
Es vivir expuestos y sin armas, confiando ciegamente en tu Palabra.
Es llevar el “desierto” a los hermanos,
compartir tu Misterio y decirles que los amas.
Es saber escuchar tu lenguaje en silencio.
Y “ver” por ellos cuando la fe pareciera que se apaga.
“Ser presencia”, Señor, es saber esperar tu tiempo
sin apresuramientos y con calma.
Es dar serenidad con una paz muy honda.
Es vivir la tensión del desconcierto
en una Iglesia que, porque crece, cambia.
Es abrirse a los “signos de los tiempos”
manteniéndose fiel a tu Palabra.
Es, en fin, Señor, ser caminante
en el camino poblado de hermanos,
gritando en silencio que estas vivo
y que nos tienes tomados de la mano




Cardenal Eduardo Pironio

No hay comentarios:

Publicar un comentario