(por Hna Elvira Gómez)
"Una sordera bastante pronunciada la acompañó toda su vida religiosa, no obstante las mejoras por las sucesivas operaciones del oído.
Esa herencia familiar -por lo menos de las mujeres que conocí, su tía y su hermana- la pusieron siempre en una situación particular.
Retraída, silenciosa, tratando de adivinar en el movimiento de los labios lo que no alcanzaba su aparato auditivo, pudo revertir esa falencia en un darse con generosidad sin límites al trabajo concreto, duro, constante al servicio de toda la Congregación, cuando fue Tesorera General.
No hubo Casa de Auxiliares en la que no haya intervenido Élida: mudanzas, transportes, arreglo de muebles, picaportes, desperfectos eléctricos y todo aquello práctico que hacía con gran esmero y perfección.
Es que su vida en el campo, cabalgando con destreza le habían dado no sólo en su vestimenta -muchas veces recuerda sus botas, bombachas, su látigo, su juego al Polo- en el porte y en sus gestos, un matiz "masculino".
Pero, guardaba un alma femenina con una afectividad propia de la Italia que mamó, que la hacía amar entrañablemente a sus hermanos, sus sobrinos, a su tío, el escritor Molinari a quien en Pichincha visitaba cuando las circunstancias lo pusieron muy cerca de la planta baja.
Mas, fue en Monte Caseros -Corrientes- donde ella se sintió realizada. Cuando lo recuerda, sus ojos claros, húmedos, la traicionan. ES que allí vivió, en la Parroquia del P. Atamañuk y pudo desarrollar todas esas cualidades ayudando aún a los obreros en lo que fuere necesario.
Y fue allí, también, donde la vimos practicar un matiz del Carisma de la Auxiliar en el estímulo y toda ayuda material a los seminaristas correntinos, como lo recordó agradecido el P. Zini cuando la vio entre los asistentes a un Curso que dio en esta Capital, y lo proclamó ante el asombro de los presentes y el pudor de nuestra Hna.
Hoy mismo, cuando pude comprobar con asombro lo que sólo había oído sobre su forma práctica, concreta, paciente, prolija y organizada con que ayudó en la mudanza de la casa de Callao, también noté la alegría inmensa por sus próximas vacaciones en Monte Caseros donde la esperaba su amiga del alma, María Elena, también Auxiliar, y todos los pobres y sencillos para quienes habíamos rescatado de ese cúmulo de cosas reunidas en 20 años, grandes bolsas que la precedieron en el viaje.
En Resistencia también estuvo con Amelia cuando pidió Monseñor Iriarte; fueron pocos años, pero todavía llegan las cartas de los sencillos del Barrio que viven esperando su vuelta.
Ahora, en la Parroquia de Santa Rosa tiene un campo vastísimo para su especialidad: organizar, ordenando y distribuyendo equitativamente, la cantidad de ropas y alimentos que dan los feligreses.
Y es su Parroquia, Santa Rosa, que agrega un matiz afectivo a su labor, porque pasó su infancia y juventud en la casa de Pichincha, enfrente de la nuestra, que ocupó durante años, su familia.
Cuando las fuerzas declinan por los achaques y los años, el Señor que es fiel hasta la muerte, nos sorprende con las delicadezas del camino."
Su pascua fue el 15 de Abril de 2008
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