DOMINGO DE LA ALEGRÍA
Reflexión del Evangelio
“Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, a partir de las tres, empezaré a ser feliz”. El Principito.
Esta sabiduría del Principito, me parece que expresa muy bien lo que la Iglesia quiere vivir este domingo, en este caminar hacia la celebración de la Navidad. Y es que la verdadera alegría se da en el ENCUENTRO, pero se va gestando en el tiempo previo, en el que nos preparamos, y cuando van tomando forma muchos de los detalles de ese encuentro.
En toda la Palabra de Dios, muchas, muchísimas veces, se nos habla de la alegría. También en las lecturas de este domingo hay expresiones, signos, figuras, imágenes que nos hablan de esto.
Se habla de llevar la buena Noticia, de proclamación de liberación, de año de gracia, de un desborde de felicidad y de regocijo, de brotes de vida nueva, de germinación de justicia, de alabanza y de canto, de un estremecimiento de gozo…en fin…muchas maneras de llamarnos a esta actitud fundamental durante este tiempo de preparación…
¿Y cuál es el sentido de esta alegría, por qué debemos estar “siempre alegres”? Porque “el Señor está cerca”.
En el Evangelio, Juan se nos presenta hoy como “testigo de la luz” y como una “voz que grita en el desierto”. Ya lo decíamos el domingo pasado: el desierto es un espacio teologal (de encuentro con Dios) y existencial (hecho de experiencias concretas de nuestra vida). Y es allí, donde podemos escuchar y acoger, la alegría de la novedad que viene a nuestras vidas.
Como también nos dice El Principito: “Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo”.
Por Hna María de los Ángeles Puy apsm
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