viernes, 8 de junio de 2018

Jesús, manso y humilde de Corazón...

"Jesús, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin" (Juan 13,1)

Y por ello ató la toalla a su cintura, como hacían los sirvientes, y lavó los pies uno a uno a sus Apóstoles. Es el servicio hecho delicadeza y ternura, que preanuncia la entrega final.
Es el mismo Jesús que después de orar por la humanidad, hace más suyos a los suyos, sirviéndolos, lavándolos, tocándolos.
Es la caridad que es capaz de preparar la mesa, transformando el amor en ágape, fiesta; que en el umbral del mayor dolor, crea gestos, momentos para seguir expresando que ama hasta el extremo (Lucas 22,15).

Es el corazón enamorado del Salvador que ya no sabe más qué hacer porque todo lo ha hecho.

Y una sugerencia-invitación: "Hagan ustedes lo mismo" (Juan 13,14), porque "no es más el siervo que su amo". Y la promesa de felicidad: "sabiendo esto serán dichosos".

Desde un espíritu hondamente sacerdotal, seguiremos a Jesús, haciendo de nuestras vidas una invitación constante a los hermanos y hermanas al Banquete del Amor.
El dinamismo del Reino nos pondrá en el movimiento del Espíritu, siempre creativo y audaz, haciendo espacios y ampliando fronteras, saliendo de nosotr@s mism@s, renunciando, eligiendo a veces la puerta estrecha, para que se lleguen otros, para que vengan los pobres, ciegos, cojos, enfermos y finalmente se llene la casa.

Y saborearemos así la alegría evangélica.


"Con Corazón sacerdotal"

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