"Su historia personal la marcó indeleble y se expresó en todo el camino de su vida religiosa.
Como su padre quedó viudo con seis hijos, la mayor, Ana María de 12 años, se convirtió en su compañera y la madre de todos los hermanos.
Inteligente, con una fortaleza que encubrió esa timidez más fruto de una concepción de la vida cristiana que expresión de realidad, no se arredró e hizo valer sus estudios primarios como quien tiene autoridad para decir siempre algo.
Pero, ese "decir" medio escondido, con los ojos bajos que todo lo ven; a media voz aunque bien manifiesto, tanto que un día le oí decir al P. Carboni: "parece que no dice nada y lo dice todo".
Modesta, muy peculiar en su peinado -un rodetito que le conocimos siempre y ahora por la edad y comodidad le convencieron y se lo cortó- y una vestimenta que, por más que fuera de buena calidad y ella lo exigía, siempre parecía "del siglo pasado".
Y, en esa concepción del siglo pasado también quedó toda ella: paradójicamente, la que lo dice todo, no se abrió al diálogo generoso que penetra en el otro para conocerlo y servirlo en el amor ¡Cuánta complejidad en el corazón humano!
Por eso, cuando actuó como superiora de alguna casa, no supo distinguir con claridad que la "mamá" debía dejar paso a la Animadora de la Comunidad, ampliando horizontes que impidan caer en minuciosidades domésticas, a veces aberrantes, con que se disfrazaba la obediencia religiosa exigida sin visión plenificante.
No obstante, en Versailles, Barrio sencillo, trabajó con mucha dedicación y los sacerdotes a quienes quiso mucho, la aceptaron así y la recuerdan con cariño.
La conducta de uno de ellos la hizo sufrir mucho. Allí sí que tuvo que usar sus cualidades maternales para conseguir desviar del camino que, al fin, penosamente tomó y fue el motivo de cierre de esa Casa de Auxiliares.
Al tiempo, el Señor, que ama a sus ministros con predilección, manifestó terrible su ira -en un tremendo accidente automovilístico- pero, en su misericordia, fue este el instrumento de salvación, el nuevo Llamado de Quien elige libremente y exige fidelidad.
Y, seguramente, allí habrá estado la oración de Ana María.
No he dicho nada aún sobre su letra: peculiar, pareja, rítmica, igual, paciente, sin disonancias... porque es la corona que sella su semblanza personal.
Actualmente, en la Casa General, vive luchando contra una hemiplegia que no le permite movilizarse sola, esperando la vuelta del Señor que conoce los corazones y da a cada uno la recompensa por el "talento" que le otorgó"
Su pascua fue el 11 de julio de 2004.
No hay comentarios:
Publicar un comentario