por Hna Elvira Gómez
"Llegó de Italia de la mano de su padre cuando sólo contaba 12 años. Se formaron mutuamente: ella, cuidando la ingenua sencillez de "este santo varón" que aún en su oficio imitaba a San José y él, tratando de ser padre y madre de esta niña que, precisamente, no había heredado su carácter apacible, sereno.
Cultivaron muchas amistades entre las que se destacaban Margarita, su amiga íntima y el P. Ángel, Paulino, su confesor y consejero espiritual.
¡Dios protege y ampara a los sencillos y puros de corazón!
Y, entre estas amistades, conoció, siendo ya una señorita, el periódico "Renovador" del cual se hizo no sólo asidua lectora, sino difusora de esa prensa que mostraba la verdad, luchaba contra la injusticia y presentaba accesible en esa historia el mensaje evangélico.
Decidió, entonces, acercarse a Santa Rosa de Lima para conocer al Director de ese periódico con el cual se sentía tan identificada. Y el P. Carboni quien seguramente habría pensado: "ésta es de las mías", cuando la oyó hablar, le presentó a una de las Hnas y le hizo dar algunos números de "Renovador" para difundirlos como ella deseaba.
Y, en una de esas conversaciones, se habló de la Vida Religiosa y, por supuesto, de la Congregación. Muchas veces, Adelina lo recordó, en esa oportunidad, el Padre le presentó la cruz del "Ven y sígueme", acentuando más la lucha que el gozo de la vida común, porque seguramente, se decía, que con "este personaje" no cabían las medias tintas.
Y así, precedida de gran equipaje llegó al Noviciado. Ella misma ordenó al chofer de la camioneta las maniobras a realizar para permitir el "desembarco" de cuadros, bastidores, marcos, atriles y demás elementos de sus pinturas, junto con las valijas.
Mucho nos divertimos después, recordándole este hecho y también con las mil y una anécdotas relatadas en la sala de comunidad del Noviciado y matizadas no sólo por el acento friulano sino por la representación que algunas de ellas exigían para nuestra comprensión ¡ni los juglares...!
Pintaba magníficamente bien. Artista nata se expresaba con libertad y no estaba sometida -ni creo que hubiera podido logarlo- a las "reglas del arte".
Hay que depurarle el gusto, decía a veces el Padre, cuando notaba a la Virgen muy musculosa o al Niño cabezón como los friulanos...
De una postal fotográfica hizo un cuadro de 50 por 70 representando al Padre con su breviario, muy bien logrado. Otros óleos del mismo Padre están en la Parroquia Santa Rosa de Lima y en la Casa General.
Espíritu muy sensible, exquisito, tenía que sentirse a gusto en la comunidad para expresar su arte. Bastantes años dejó de hacerlo y al requerírselo yo, me dijo: "ahora, no puedo...!".
La cruz se hizo más presente en su camino: ese padre que orgulloso de su hija religiosa la visitaba asiduamente tuvo que volver a Italia casi a los 90 años. Y allí, en el sanatorio San José, recibió la última bendición de su confesor, el P. Carboni, con esa fe luminosa que acepta la voluntad divina.
Asistí a esa escena y me pareció ver en sus ojos la súplica del "les encargo a mi hija Adelina". Ella también recibió allí mismo ante el momento de debilidad, la confortante palabra: "Dios es también Padre de tu padre y nunca lo abandonará".
Más adelante, Dios permitió que lo asistiera en su larga vejez, casi tres años. Después, a su hermana Giovanna, enferma de años y de soledad a quien con la larga separación de vidas, apenas conocía y menos entendía pese a sus esfuerzos por vivir en armonía.
Cumplidos sus deberes familiares, volvió a la Argentina, al Siambón, cerro tucumano, muy propicio a la contemplación y enriquecido por la presencia de los Monjes, de quienes tanto recibió para calmar sus ansias de Dios. "Yo no necesito mucho", le oíamos decir, "con pocas palabras", pero lo que dijo tal o cual monje me llegó a lo profundo...
Por eso, ahora en la Casa General, es la alegría de la Comunidad para las que tiene siempre la palabra justa de la mucha experiencia vivida y ahora compartida especialmente con otra italiana de Turín, Rosa Lucía en sus diálogos espirituales.
También el Señor le quitó un aguijón que le atormentaba cuando creía que su hermana no le había no la había estimado mucho y pudo comprobar que así no era, porque secretamente había ido pagando los aportes jubilatorios de Adelina para procurarle un futuro digno.
Eso la llenó de inmensa alegría y así pudo viajar otra vez a Italia y hacer efectivo ese aporte que le daba una respuesta plena del afecto compartido y dolorosamente vivido.
Podía quedarse unos días más allá, pero quiso volver a su querida Argentina de la que había conocido recientemente otras bellezas sureñas que la fascinaron y aumentaron seguramente sus Gracias al Señor por este país que generoso la recibió.
Y ahora, otra partecita del "ciento por uno", entre los friulanos del Pueblo de Dios de Reconquista, está compartiendo el gozo de la bondad del Señor".
Su pascua fue el 10 de enero de 2014
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