Hacé nuestro corazón semejante al Tuyo
' Altarcito: la Palabra
abierta en Mateo 1,18-25 (si bien no la proclamaremos, su presencia simboliza
un Dios que habla, llama, nos invita a oír); una imagen de la Virgen ; alguno de los
documentos para el Año de la Vida Consagrada ,
si se quiere.
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Bienvenida y ambientación: nos acogemos mutuamente, miramos quiénes somos los/as que
compartiremos este momento de oración reflexionando y pidiendo a Dios que
suscite vocaciones.
Palabras del Papa: con estas palabras, Francisco nos convoca a Consagradas y
laicas/os a vivir este año: (si queremos podemos leerlas, o simplemente comentarlo):
Con esta carta me dirijo, además de a las personas consagradas, a los laicos que comparten con ellas
ideales, espíritu y misión. Alrededor
de cada familia religiosa existe una familia más grande, la «familia
carismática», que comprende cristianos laicos que se sienten llamados,
precisamente en su condición laical, a participar en el mismo espíritu
carismático.
También los animo a ustedes, fieles laicos, a vivir este Año de la Vida Consagrada
como una gracia que los puede hacer más conscientes del don recibido.
Celebradlo con toda la «familia» para crecer y responder a las llamadas del
Espíritu en la sociedad actual.
Invito a todos
a unirse en torno a las personas consagradas, a alegrarse con ellas, a
compartir sus dificultades, a colaborar con ellas en la medida de lo posible,
para la realización de su ministerio y sus obras, que son también las de toda la Iglesia. Háganles
sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano.
Bendigo al
Señor por la feliz coincidencia del Año de la Vida Consagrada
con el Sínodo sobre la familia. Familia y vida consagrada son vocaciones
portadoras de riqueza y gracia para todos, ámbitos de humanización en la
construcción de relaciones vitales, lugares de evangelización. Se pueden ayudar
unos a otros.[1]
Y con respecto a los/as jóvenes, nos invita a
formarnos para ser “callejeros de la
Fe ”:
Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe,
la alegría de ser amados personalmente por Dios. Esto es muy difícil, pero
cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la unción que le da el
Espíritu Santo, este “ser amado personalmente por Dios” lo acompaña toda la
vida después. La alegría que ha dado a su Hijo Jesús por nuestra salvación.
Educarlos en la misión, a salir, a ponerse en marcha, a ser callejeros de la fe. Así hizo Jesús con
sus discípulos: no los mantuvo pegados a él como la gallina con los pollitos;
los envió.[2]
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Vamos a
reflexionar sobre la VOCACIÓN
a la luz del llamado y la misión del Buen José:
El Verbo y el silencio
El Verbo de Dios quiso hacerse hijo adoptivo
del silencio humano. Para eso necesitaba de un hombre con capacidad de
silencio. Y necesitaba de la noche para llegar hasta el silencio con su
Palabra.
La noche es el tiempo del oído: por eso el
silencio allí se hace fecundo. Porque en la noche el oído se ve obligado a
exagerar el silencio para poder estar a la escucha.
Y a José se le había hecho la noche. Tal vez
la primera de esa serie que tendría que ir aceptando en su fidelidad a la Palabra. Por más que revolvía
en su silencio, nada lograba comprender. María, su prometida estaba embarazada.
Esperaba un hijo. Y esto sucedía sin que hubieran convivido. Algo nuevo se
estaba gestando en María de lo que aparentemente José era excluido. Y la noche
de una dolorosa alternativa lo embretaba a José en su silencio.
-¿Era aquello fruto de un pecado de
infidelidad?
José no podía suponer eso de María. Era
justo y recto y no quería difamarla.
-¿Era aquello de Dios?
Entonces José debía sencillamente retirarse.
Porque Dios parecía excluirlo de su actuar en María, ya que Dios guardaba
silencio.
Y José optó por el silencio, lo mismo que
Dios. Decidió dejarla en secreto. Y fue entonces cuando Dios intervino en su
silencio y lo llenó con su Palabra:
-José, descendiente de reyes, no tengás
miedo y aceptá a María, porque lo que en Ella se está gestando es obra del
Espíritu Santo. Ella dará a luz a un hijo, pero serás vos quien asumirá la responsabilidad
de ser ante los hombres su padre. Vos le pondrás el nombre. Lo llamarás: Jesús,
porque Él salvará a su pueblo del pecado.
Despertado por la Palabra de Dios, José
obedeció. Porque en el silencio de la noche José había escuchado la voz de Dios
que lo invitaba a participar plenamente en el misterio de la gran liberación de
su pueblo. Lo invitaba a ser el padre adoptivo de Jesús, el que salvaría a su
pueblo de todos sus pecados y de todas las consecuencias del pecado.
María también había optado por el silencio.
Ella amaba a José, y deseaba que Dios también mirara su sencillez y que hiciera
en él maravillas, porque deseaba que José fuera feliz. Pero no le tocaba a ella
invitar a José a participar del misterio de Dios.
Por eso María calló, esperando que Dios
hablara. Y cuando Dios habló ya no fueron necesarias las palabras. Desde ese
momento José la llevó a su casa, y comenzó para los dos la fidelidad al mismo
Verbo de Dios.
Toda la vida de José sería eso: ser un
servidor fiel de la Palabra
de Dios que había recibido María. Y para ello tendría que tener muy atento el
oído en las noches, siempre a la escucha de lo que Dios le fuera revelando.
Porque el silencio humano que Dios fecunda
no es el de aquel que está callado, sino el de aquel que está a la escucha.
(Mamerto Menapace, “Fieles a la
Vida ”)
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Miramos nuestro propio corazón…las veces en que sentimos que atravesamos
situaciones que podríamos nombrarlas como “noche”.
¿Y
en este momento? ¿Qué invitación nos puede estar haciendo Dios? ¿Tenemos
temores? La invitación es reflexionar en silencio, ir con José al sagrario de
nuestro corazón, dejar que él nos enseñe a hacer silencio para escuchar la
propuesta de Dios.
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Moldeando nuestro corazón… en ese espacio sagrado, donde Dios nos susurra su
Proyecto, y donde nuestro entusiasmo se va entretejiendo con nuestros temores o
límites, ahí, se gestan nuestros deseos, decisiones, respuestas… como en la
vida de José.
Queremos que nuestro corazón se parezca al de Jesús,
queremos dejar que nuestro corazón se impregne de sus sentimientos. La Carta “Alégrense” nos da algunas pistas para esta tarea de
modelado:
“Al llamarlos Dios les dice:
“¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!” Jesús a cada uno de
nosotros nos dice esto. ¡De ahí nace la alegría! La alegría del momento en el
que Jesús me ha mirado. Comprender y sentir esto es el secreto de nuestra
alegría. Sentirse amado por Dios, sentir que para Él no somos números, sino
personas; y sentir que es Él quien nos llama. […]
(El Papa) Nos invita a
detenernos con paz, como peregrinación interior, en el horizonte de la primera
hora, donde los espacios están caldeados de relación amistosa, la inteligencia
se abre al misterio, la decisión entiende que es bueno entregarse al
seguimiento de ese Maestro que sólo tiene palabras de vida eterna. Nos impulsa
a hacer de toda la existencia una peregrinación de transformación en el amor”.
* podemos compartir: ¿Qué despierta en nosotras/os
sentir que Jesús cuenta con nuestro “Sí”? ¿Que nos dejan los textos?
Nosotras/os que nos sentimos hermanados en
esta peregrinación de transformación en el amor, reconocemos que necesitamos y
queremos que otros/as se sumen a este hermoso camino de discipulado. Como
comunidad humana, eclesial, sabemos todo el bien que pueden hacer l@s amig@s
consagrad@s de Jesús. Por eso pedimos que quienes se sienten llamados a
consagrar su vida a Dios, no tengan miedo…
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A cada intención
respondemos: “necesitamos callejeros de la
Fe ”
* Para compartir la vida con ternura y compasión:
* Para llevar el abrazo y la consolación de Dios, que
se inclina con ternura hacia nosotros:
* Para hacer crecer la cultura del encuentro:
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