Qué entendemos por iniciación
cristiana?
P. Fabián Esparafita • Avellaneda-Lanús
0. Introducción
|
El tema de la
"iniciación cristiana", creemos, reviste suma importancia. En efecto,
está relacionado directamente con el comienzo de la vida cristiana y nos
refiere a la tarea central de la
Iglesia de "hacer cristianos". Se destaca aún más
su importancia al reconocer, por un lado, que, hacia el interior de nuestras
comunidades, exige una permanente revisión y vigilancia, dado que en ella está
el fundamento de la identidad de sus miembros; y que, por otro lado, en lo que
hace al diálogo con otras comunidades cristianas, actúa como articulador en la
continuidad y profundización de los caminos que faciliten y favorezcan la
unidad ecuménica.
Podríamos decir que la iniciación cristiana es un proceso de transformación,
por el que somos introducidos definitivamente, por el designio salvador del
Padre, al misterio pascual de Jesucristo, de tal forma que, regenerados como
hijos de Dios y llenos del Espíritu Santo, nos identificamos progresivamente
con Cristo haciéndonos uno con Él y pregustando ya de la vida nueva del Reino
de los cielos. Es un itinerario gradual por el cual somos insertados en Cristo,
muerto y resucitado, como miembros de su pueblo.
Nuestro interés está puesto en la presentación de una visión unitaria y
orgánica de la iniciación cristiana que nos permita contemplar este gran don
sacramental.
Para abordar el desarrollo de la reflexión que pretendemos plantear hoy en esta
comisión prestaremos atención, en primer lugar de modo introductorio- a la
evolución histórica de la iniciación cristiana, considerando la distinción de
los elementos sacramentales que la componen y su mutua implicancia. Entendemos
que a lo largo de la historia este proceso sufrió modificaciones por adaptarse
a distintas circunstancias, conformando así cierto tipo de "modelos de
iniciación cristiana", que por nuestra parte tipificamos en cuatro y los
llamaremos por lo que consideramos su característica principal. Así
distinguiremos: el catecumenal, el habitual, el escolar, el
"kaino-catecumenal".
En segundo lugar, presentado este proceso evolutivo de la Iniciación Cristiana ,
ofreceremos una reflexión acerca de la iniciación cristiana en cuanto
sacramento, sin dejar de reconocer lo que cada uno de los sacramentos actúa
propiamente, observaremos la influencia que tienen en el proceso global y cómo
se articulan en mutua interrelación. "Los sacramentos del bautismo, de la
confirmación y de la santísima Eucaristía están tan íntimamente unidos entre
sí" de modo que podemos afirmar que la Iniciación Cristiana
es como "un gran sacramento". Al reflexionar sobre la "íntima
unidad" que existe entre los tres sacramentos mencionados señalaremos la
importancia por la cual se nos advierte que esta unidad "debe ser
salvaguardada".
Teniendo en cuenta que, como desarrollaremos más adelante, consideramos
sacramento a aquella acción simbólica dialogal y eclesial por la cual Dios
comunica su gracia a los hombres, contemplaremos al "gran sacramento de la
iniciación cristiana" desde una triple perspectiva: la dimensión
cristocéntrico-trinitaria, la dimensión eclesiológica y la dimensión
antropológica.
La iniciación cristiana hace al hombre participar del Misterio de Dios, y lo
invita a transformar su historia en historia de salvación; "no es otra
cosa que la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de
Cristo". Así pues, por la iniciación cristiana los fieles son sumergidos
en el Misterio de Dios, uno y trino, adquiriendo de este modo una identidad
trinitaria; introducidos en la intimidad de Dios, los hombres somos invitados a
participar en la relación de Jesús con el Padre en el Espíritu.
Por la iniciación cristiana los creyentes son hechos miembros del Cuerpo de
Cristo, participan de aquel misterio de comunión y misión que es la Iglesia. Durante
el catecumenado son preparados y acompañados por ella. Por el bautismo, son
incorporados, por la confirmación, son más estrechamente ligados, por la
eucaristía son asimilados en la plena comunión, no confusamente, sino cada uno
según su condición. La celebración de la iniciación cristiana genera un vínculo
sacramental de unidad entre los fieles, establece el fundamento de la comunión
entre ellos.
Quienes participan y celebran este gran sacramento son transformados en
"una nueva creación". A través del catecumenado progresan en su
camino de conversión. Por el bautismo, no sólo son purificados de todos los
pecados, sino que, cada "neófito, es hecho "partícipe de la
naturaleza divina". Por la crismación son sellados con el don del
Espíritu. Por la Eucaristía ,
son introducidos en el tiempo del pleno cumplimiento de las promesas y saborean
de antemano el Reino de Dios", palpitan definitivamente la vida eterna.
En la conformación de los modelos de iniciación cristiana las disposiciones de
los sujetos que intervienen -tanto del ministro como del catecúmeno- han
generado interrogantes que implicaron nuevas profundizaciones en la reflexión
dogmática de la teología de los sacramentos. Podemos decir que objetivamente la Iniciación es un don
ofrecido a los hombres. Ahora bien, la dinámica de administración y la
apropiación subjetiva de ese don tienen ciertos condicionantes -que tienen que
ver con las responsabilidades de los agentes que intervienen y los modos de
desarrollarlas, así como los ámbitos en los cuales se desenvuelven- que no
podremos dejar de considerar desde nuestro interés como catequistas, a la hora
de presentar una reflexión sistemática, unitaria e integral de la iniciación
cristiana.
Finalmente intentaremos señalar ciertos interrogantes que surgen desde lo
reflexionado e indicar las repercusiones pastorales que debieran seguirse.
1. Modelos de iniciación
cristiana
Desde los
tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una
iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida
o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra , la acogida del
Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la
efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística" .
Si bien la expresión Iniciación Cristiana no es usada en todo el Nuevo Testamento, sin embargo aparece referido el proceso por el cual quienes tienen cierta inquietud por el misterio del Señor Jesús, van asumiendo para sí el proyecto de esta Vida Nueva que Él propone, se transforman interiormente por la conversión y la fe, y se incorporan y participan plenamente del misterio de Cristo y de su Iglesia.
Vemos como, ante la predicación de Pedro en Pentecostés, aquellos visitantes procedentes de todas partes, conmovidos por sus palabras preguntan "¿qué debemos hacer?" a lo cual Pedro respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo", y advierte quien nos predica aquel acontecimiento que "los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil" e inmediatamente después se nos relata la vida habitual de aquellos discípulos en la que "todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. [...]Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse".
Los Hechos de los Apóstoles recoge y nos anuncia numerosos acontecimientos en los quela Iglesia primitiva vivía, de modo implícito, este
proceso de iniciación; otro tanto en la documentación paulina.
La comprensión quela Iglesia primitiva tiene
del mandato misionero de Jesús , la percibimos en la predicación de Pedro en
Pentecostés, donde traduce aquel mandato como llamada a la conversión e
invitación al bautismo para participar de la Vida Nueva que Jesús
ofrece.
A partir del siglo II, disponemos de una información cada vez más detallada sobre el desarrollo de la iniciación cristiana y sobre su significado.
1.a. Modelo catecumenal
En el modelo catecumenal vinculamos la experiencia y reflexión de los primeros siete siglos de vida dela Iglesia. Este modelo
podría sintetizarse en la célebre expresión de Tertuliano "cristiano no se
nace, sino que se hace", y se estructura sobre la base de los textos del
Nuevo Testamento que esbozan una cierta trilogía sincrónica en el devenir
cristiano, constituida respectivamente por la predicación, por la fe-conversión
y por la experiencia sacramental. En ese tiempo, caracterizado por una sociedad
y culturas paganas, la mirada está puesta prioritariamente en los adultos a
quienes para hacerse cristianos se les propondrá un itinerario complejo,
multiforme, dilatado en el tiempo, para garantizar la seriedad de su conversión
y formar los espíritus en el conocimiento de las Escrituras y en la estimulación
de costumbres inspiradas en ellas. La celebración sacramental estará precedida
de la aceptación explícita y libre de la fe en Cristo. Se pueden distinguir en
este modelo cuatro etapas que se realizan conforme al discernimiento de los
responsables: el precatecumenado, momento kerigmático o de primera
evangelización, que sirve para madurar y afirmar una orientación inicial hacia
Cristo; el catecumenado, que tiene una duración prolongada -unos tres años- y
que supone una fase intensa de formación cristiana integral; la etapa ritual,
que supone una preparación inmediata de catequesis y ritos previos,
desarrollada con más intensidad durante la última cuaresma, en la que tiene un
lugar de preeminencia la figura del obispo y la celebración unitaria de los
tres sacramentos de la iniciación, en torno a la Pascua ; y, un momento
mistagógico, para profundizar en las consecuencia vitales de los misterios
celebrados. Entre los siglos VII y VIII, el modelo catecumenal, podríamos decir
que desapareció completamente -su transformación ya había comenzado hacia el
final del siglo V-.
1.b. Modelo habitual
Por entonces en el mundo, al quela Iglesia había sido enviada
y cuyos límites identificaba en ese momento con la actual Europa y costas del
Mediterráneo -norte de África y este de Asia-, se desarrolla una nueva realidad
cultural. A lo largo y a lo ancho de la extensión del imperio romano se va
conformando lo que podríamos llamar una societas christiana, en la cual todos
son cristianos y en la cual se da plena y automática identificación entre
"hombre" y "cristiano", entre la "sociedad civil"
-Imperio- y la "sociedad religiosa" -Iglesia-: en este tipo de
sociedad "no se puede nacer y no ser cristiano".
La organización y definición del territorio encomendado a los obispos para su cuidado pastoral, agregará un elemento nuevo a la reflexión sobre la unidad dinámica de la iniciación ya que muchas veces la extensión territorial excede las posibilidades reales de atención, y generalmente, con dos realidades sociológicamente distintas, la comunidad circundante a la sede episcopal y las comunidades rurales.
El modo de enfrentar estos desafíos estará acompañado de la reflexión que permita entender las nuevas respuestas pastorales y se plasmarán en esquemas rituales que expresan la comprensión teológica y sacramental de la iniciación cristiana como tal.
En este modelo, al que llamamos habitual, las etapas descritas en el catecumenal experimentarán significativos cambios. En una sociedad que se confiesa y es culturalmente cristiana no hace falta el primer anuncio que provoque la fe o busque una adhesión inicial a Cristo, ésta, de alguna manera, se da habitualmente. La propia sociedad civil, sociológicamente unida ala Iglesia
desempeña de modo espontáneo la función de un catecumenado social que integraba
a todos en un mismo horizonte de comprensión y sentido. La familia desarrolla
habitualmente la iniciación en la fe de sus hijos.
Los interlocutores adultos del modelo catecumenal dejan paso en éste a los destinatarios infantes y por tanto la etapa del catecumenado propiamente dicha deja de tener aquella acentuación de reflexión y profundización enla Palabra
de Dios y pasa a poner el acento en su dimensión ritual. La administración de
los sacramentos deja de tener su centro en la Pascua y su lugar se extiende más allá de la sede
episcopal. Esto, al menos en occidente, tendrá una consecuencia ritual: una
progresiva ruptura de la celebración unitaria de los sacramentos.
1.c. Modelo escolar
A partir del siglo XVI aquella societas christiana se ve profundamente conmocionada: los duros cuestionamientos protestantes y una fuerte corriente de renovación interior desembocaron en el concilio de Trento a partir del cual entendemos se conformará un nuevo modelo que podríamos llamar escolar. Estamos ante una sociedad que conserva una concepción cultural propia del medioevo pero que entiende que si bien cristiano se nace, "para ser cristiano en serio hay que conocer la fe".
Si bien la expresión Iniciación Cristiana no es usada en todo el Nuevo Testamento, sin embargo aparece referido el proceso por el cual quienes tienen cierta inquietud por el misterio del Señor Jesús, van asumiendo para sí el proyecto de esta Vida Nueva que Él propone, se transforman interiormente por la conversión y la fe, y se incorporan y participan plenamente del misterio de Cristo y de su Iglesia.
Vemos como, ante la predicación de Pedro en Pentecostés, aquellos visitantes procedentes de todas partes, conmovidos por sus palabras preguntan "¿qué debemos hacer?" a lo cual Pedro respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo", y advierte quien nos predica aquel acontecimiento que "los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil" e inmediatamente después se nos relata la vida habitual de aquellos discípulos en la que "todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. [...]Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse".
Los Hechos de los Apóstoles recoge y nos anuncia numerosos acontecimientos en los que
La comprensión que
A partir del siglo II, disponemos de una información cada vez más detallada sobre el desarrollo de la iniciación cristiana y sobre su significado.
1.a. Modelo catecumenal
En el modelo catecumenal vinculamos la experiencia y reflexión de los primeros siete siglos de vida de
1.b. Modelo habitual
Por entonces en el mundo, al que
La organización y definición del territorio encomendado a los obispos para su cuidado pastoral, agregará un elemento nuevo a la reflexión sobre la unidad dinámica de la iniciación ya que muchas veces la extensión territorial excede las posibilidades reales de atención, y generalmente, con dos realidades sociológicamente distintas, la comunidad circundante a la sede episcopal y las comunidades rurales.
El modo de enfrentar estos desafíos estará acompañado de la reflexión que permita entender las nuevas respuestas pastorales y se plasmarán en esquemas rituales que expresan la comprensión teológica y sacramental de la iniciación cristiana como tal.
En este modelo, al que llamamos habitual, las etapas descritas en el catecumenal experimentarán significativos cambios. En una sociedad que se confiesa y es culturalmente cristiana no hace falta el primer anuncio que provoque la fe o busque una adhesión inicial a Cristo, ésta, de alguna manera, se da habitualmente. La propia sociedad civil, sociológicamente unida a
Los interlocutores adultos del modelo catecumenal dejan paso en éste a los destinatarios infantes y por tanto la etapa del catecumenado propiamente dicha deja de tener aquella acentuación de reflexión y profundización en
1.c. Modelo escolar
A partir del siglo XVI aquella societas christiana se ve profundamente conmocionada: los duros cuestionamientos protestantes y una fuerte corriente de renovación interior desembocaron en el concilio de Trento a partir del cual entendemos se conformará un nuevo modelo que podríamos llamar escolar. Estamos ante una sociedad que conserva una concepción cultural propia del medioevo pero que entiende que si bien cristiano se nace, "para ser cristiano en serio hay que conocer la fe".
Este nuevo modelo es
muy similar al anterior, salvo que en él se acentuarán algunos aspectos.
También en éste se supone que la fe es algo dado: se nace en una familia
cristiana que respira una cultura cristiana y vive en una sociedad estructurada
cristianamente. Si bien después del Concilio de Trento se busca difundir
también la práctica de un adoctrinamiento de adultos, los niños siguen siendo
los destinatarios de la iniciación cristiana con una fuerte acentuación ritual.
Sin embargo ante los serios cuestionamientos que se difunden por entonces hay
que fortalecer la instrucción religiosa para conocer lo que se es, y así poder
vivir en plenitud y defenderse de los errores que se divulgan. El
descubrimiento de "nuevos mundos" renovará en la Iglesia el entusiasmo
misionero y un nuevo cuestionamiento en torno a la iniciación cristiana que la
llevará a proponer, desde la experiencia vivida, otros modos y otra dinámica en
la preparación y celebración sacramental. Aquella marcada insistencia
tridentina en torno a la formación doctrinal llevará al cuestionamiento de las
edades más oportunas y de las cualidades necesarias del sujeto para la
recepción de cada sacramento de la iniciación, precipitando en la ruptura
definitiva de la unidad original de la iniciación cristiana de los primeros
tiempos.
1.d. Modelo kaino catecumenal
Desde mediados del siglo XX la Iglesia ha reconocido y
señalado que la sociedad vive un proceso de secularización que afecta las
raíces más profundas de sus costumbres y convicciones; proceso que tiene
múltiples causas pero cuya manifestación más clara es el olvido de Dios o la
indiferencia religiosa y una alteración de los valores que ordenan las
relaciones humanas. El Vaticano II y el magisterio posconciliar abordarán esta
situación proponiendo un nuevo modelo de iniciación cristiana, que nosotros
llamamos kaino-catecumenal. Aquel modelo "catecumenal" ha sido
restaurado por el Concilio Vaticano II para los países de misión y, a
discreción del Obispo propio, para cualquier diócesis.
"La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo […] De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas".
El modelo al que ahora nos referimos ha de estar marcado por un fuerte acento evangelizador, que debería ir más allá de un primer momento. Reconociendo que la evangelización es un proceso complejo habría que procurar que sus variados elementos -renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado- no sean propuestos ni vividos como momentos aislados, sucesivos o excluyentes, sino como complementarios y mutuamente enriquecedores. Sin dejar de velar por los infantes habrá un fuerte reclamo por la evangelización de los responsables de su educación. Está claro que los bebés no pueden responder por sí mismos en este proceso evangelizador pero sí sus padres, padrinos y educadores en general. Se urgirá la recuperación del catecumenado, tanto de adultos como de niños en edad escolar, esto es, con uso de razón. Se insistirá en destacar la importancia de la celebración unitaria de los sacramentos para que se ponga de manifiesto "la unidad del misterio pascual, la relación entre la misión del Hijo y la efusión del Espíritu Santo". Si bien se respetan las variadas fechas en que ésta puede celebrarse se acentúa la importancia de
Modelo
|
Catecumenal
|
Habitual
|
Escolar
|
Kaino Catecumenal
|
Ambiente cultural
|
Sociedad y
culturas paganas
|
Societas
Christiana
|
Societas
Christiana "cuestionada" por los protestantes
|
Cultura y
sociedad afectadas por el "secularismo"
|
Frase característica
|
"Cristiano
no se nace, sino que se hace"
|
"No
se puede nacer y no ser cristiano"
|
"Para
ser cristiano en serio hay que conocer la fe"
|
|
Destinatario principal
|
Adulto
|
Infantes
|
Niños
|
Niños y
adultos
|
Dinámica
|
Catecumenado
Celebración unitaria de los Sacramentos Mistagogía |
Celebración
unitaria (y separada) de los Sacramentos
Catequesis Familiar |
Celebración
Separada y distanciada de los Sacramentos
Catequesis escolarizada |
Reclamo
por celebración unitaria
Catequesis Kerigmática Catecumenado ICP Mistagógico |
Predicación
Conversión Fe Sacramentos |
Celebración
Sacramentps Vida "cristiana" |
Bautismo
Doctrina Cristiana Comunión Confirmación |
Bautismo
Catecumenado niños Confirmación Eucaristía ICP |
|
Tiempo
|
Pascua
|
Pascua
Pentecostés Quam primum |
Cualquier
fecha
Quam primum |
Revalorizar
la Pascua
|
Ministro Ordinario
|
Obispo
|
Obispo
Presbíteros |
Obispo
Presbíteros etc. |
Obispo
ministro originario
|
Algunos
interrogantes
• ¿A qué nos referimos
cuando hablamos de la "iniciación cristiana"?
- Se trata de volver a algo remoto, a un esquema preconciliar…?
- Se trata de usar un lenguaje distinto para lo que hicimos siempre?
- Se trata de agregar una nueva exigencia catequística?
- Se trata de cuestionar de nuevo el orden de los sacramentos?
• Teniendo en cuenta que partimos de aquella afirmación del Catecismo: "Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio dela Palabra , la acogida del
Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la
efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística".
- Se trata de volver a algo remoto, a un esquema preconciliar…?
- Se trata de usar un lenguaje distinto para lo que hicimos siempre?
- Se trata de agregar una nueva exigencia catequística?
- Se trata de cuestionar de nuevo el orden de los sacramentos?
• Teniendo en cuenta que partimos de aquella afirmación del Catecismo: "Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de
• ¿Qué repercusiones
prácticas-pastorales vislumbramos al hablar de la IC como un "proceso de transformación
progresiva"?
• Hablamos de un itinerario-camino-proceso que se recorre rápido o lentamente… ¿De qué o quién depende?
• Hablamos de un proceso-camino en el que catequesis, celebración, mistagogia son momentos integrantes… ahora bien ¿qué lugar ha de ocupar cada uno? ¿de qué manera deben interactuar? ¿De qué manera influyen o deberían hacerlo ministros, agentes pastorales y catecúmenos…?
• Predicación, Conversión, Catequesis, Sacramentos, Mistagogia: ¿Palabras que estructuran una teoría o acontecimientos que tejen una historia?
• Desde el contexto de la evolución histórica, en el marco del modelo kaino-catecumenal:
• Catecumenado ¿es lo mismo que Catequesis presacramental?
• ¿Existe en la actualidad el catecumenado de adultos o de "niños en edad escolar"?
• Donde se ha constituido, ¿cómo se desarrolla? son ciclos que se "pasan"; procesos que se "viven"; exigencias que se "cumplen"; requisitos que se "verifican"…?
• Hablamos de un itinerario-camino-proceso que se recorre rápido o lentamente… ¿De qué o quién depende?
• Hablamos de un proceso-camino en el que catequesis, celebración, mistagogia son momentos integrantes… ahora bien ¿qué lugar ha de ocupar cada uno? ¿de qué manera deben interactuar? ¿De qué manera influyen o deberían hacerlo ministros, agentes pastorales y catecúmenos…?
• Predicación, Conversión, Catequesis, Sacramentos, Mistagogia: ¿Palabras que estructuran una teoría o acontecimientos que tejen una historia?
• Desde el contexto de la evolución histórica, en el marco del modelo kaino-catecumenal:
• Catecumenado ¿es lo mismo que Catequesis presacramental?
• ¿Existe en la actualidad el catecumenado de adultos o de "niños en edad escolar"?
• Donde se ha constituido, ¿cómo se desarrolla? son ciclos que se "pasan"; procesos que se "viven"; exigencias que se "cumplen"; requisitos que se "verifican"…?
A continuación
seguiríamos trabajando:
2. La iniciación cristiana: "un gran sacramento".
En este apartado dialogaríamos desde el concepto de "sacramento" para reconocer en el la unidad de la iniciación cristiana y trataríamos de vislumbrar el alcance de las consecuencias de este concepto.
3.
En este apartado abordaríamos el tema de las responsabilidades de ministros y agentes pastorales que intervienen en la preparación, desarrollo y acompañamiento de la iniciación cristiana de niños, jóvenes y adultos; la valoración de la comunidad como "origen, lugar y meta" de
En ambos "talleres" trabajaríamos a partir del diálogo sobre "algunos interrogantes". La importancia de plasmar las convicciones en un "proyecto global de catequesis, articulado y coherente" .
2.
|
Un gran sacramento.
Intentaremos ahora profundizar en una visión integradora y orgánica de la iniciación cristiana.
Esta visión integral de la iniciación abarca la evangelización y las diversas formas del ministerio dela
Palabra en orden a suscitar la conversión y la fe de los
catecúmenos y de los fieles. Esta mirada global e integradora que tiene su
fundamento en el Nuevo Testamento, en los Santos Padres y en la liturgia de los
primeros siglos nos permite reconocer que la celebración de los sacramentos es
sin duda el momento descollante, el de una expresividad deslumbrante, que a la
vez requiere de un proceso de preparación -catecumenado- y de una etapa de
asimilación -mistagogia-. Es fundamental, a nuestro entender, superar el
aislacionismo doctrinal y pastoral con que han sido tratados los sacramentos de
la iniciación y procurar ofrecer una mirada articulada por la interrelación
mutua de los sacramentos del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía,
sin olvidar que esta última y sólo ella, es el culmen de este proceso.
Intentaremos ahora profundizar en una visión integradora y orgánica de la iniciación cristiana.
Esta visión integral de la iniciación abarca la evangelización y las diversas formas del ministerio de
Hemos definido inicialmente a
Por ser un proceso supone etapas, no necesariamente consecutivas, pero sí mutuamente implicadas y orientadas a una misma finalidad. Proceso caracterizado por el anuncio y por la escucha de
Por ser un proceso de transformación supone cambios, de tal manera que quien participe asuma una nueva identidad, y que ésta se manifieste en su comportamiento personal y comunitario.
Un proceso de transformación progresiva supone normalmente grados de desarrollo sucesivo, que tenga en cuenta "la lentitud de la madurez psicológica e histórica y la espera de la hora en que Dios lo haga eficaz".
Los momentos que componen esta iniciación guardan entre sí una íntima unidad, constantemente reclamada por el Magisterio, muy insistentemente desde el Concilio Vaticano II, y expresado de un modo vivo y elocuente en el Catecismo de
Y entre las reflexiones ofrecidas al término del Sínodo de obispos sobre la evangelización de América se insiste
La comunión de vida en
Sabiendo, pues que "los sacramentos del bautismo, de la confirmación y de la santísima Eucaristía están tan íntimamente unidos entre sí, [y] que todos son necesarios para la plena iniciación cristiana" nos preguntamos ¿en qué consiste esta "necesidad"?, ¿qué significa propiamente la expresión "plena iniciación cristiana"?, ¿a qué se refiere el Magisterio al insistir sobre la "íntima unidad" que existe entre los tres sacramentos mencionados?, ¿por qué advierte que esta unidad "debe ser salvaguardada" ?
Si "los tres sacramentos de la iniciación cristiana se complementan entre sí de tal manera, que conducen a su desarrollo total a los fieles, para que realicen en
El Concilio Vaticano II en uno de sus primeros documentos, nos permite advertir que la gran preocupación es y sigue siendo la íntima unidad que debe vincular a los sacramentos que componen la iniciación cristiana: "revísese también el rito de la confirmación, para que aparezca más claramente la íntima relación de este sacramento con toda la iniciación cristiana".
Entendemos que si recomienda el documento conciliar "que aparezca más claramente" es porque ciertos usos rituales no presentarían nítidamente aquella "íntima relación" y al concluir "con toda la iniciación cristiana", percibimos que el peso de la proposición está puesto allí, en el reconocimiento del proceso global e integrador de la iniciación, en el que cada momento ha de estar articulado y en permanente referencia.
Si bien es cierto que la expresión IC hace referencia, principalmente, a los sacramentos del bautismo, la confirmación y la eucaristía, sin embargo, no se agota en ellos. El Concilio Vaticano II afirma que éstos "son sacramentos de la iniciación cristiana" . El uso del genitivo initiationis christianae nos permite reconocer que aquellos sacramentos están íntimamente vinculados entre sí y relacionados con un acontecimiento que les da unidad de comprensión a tal punto que numerosos autores hablan del "gran sacramento de la iniciación cristiana".
Ahora bien, el concilio de Trento ha afirmado categóricamente que los sacramentos no son ni más ni menos que siete y entre los enunciados no figura la iniciación cristiana. Cabe entonces preguntarnos, ¿podemos hablar de la iniciación cristiana como un "gran sacramento"?. Entendemos que el concepto sacramento no es unívoco sino análogo ya que el mismo magisterio nos habla de
Al referirnos entonces a
La iniciación cristiana invita al hombre a participar del Misterio de Dios, a transformar su historia en historia de salvación. Le es propuesta una vida, la misma vida de Cristo , que solo se percibe desde la fe.
"La salvación es ofrecida a todos los hombres". En el hecho de
La iniciación cristiana es memorial ya que le permite al hombre participar de aquel acontecimiento salvador acaecido en Jerusalén y que atraviesa toda la historia ofreciendo la salvación de Dios a todos los hombres de todos los tiempos entre los cuales se encuentra él.
La IC es pues, un gran sacramento: signo eficaz de la gracia; acción simbólica eclesial y dialogal por la que los hombres participamos de la redención obrada por Jesús…
Cristo vive y actúa en su Iglesia y con ella. Cristo por los sacramentos comunica los frutos de su Misterio pascual en la celebración de la liturgia sacramental de la Iglesia.
Esta acción se
manifiesta, se celebra, a través de un sintagma de símbolos y signos.
La Iglesia, pues, dispensadora de los misterios de Dios, en la iniciación
cristiana, por el catecumenado permite reconocer la gratuita y amorosa
iniciativa de Dios y disponer al hombre para dar una libre y radical respuesta;
por la celebración sacramental ofrece al hombre la participación en el Misterio
Pascual de Cristo y lo capacita para responder vitalmente; por la mistagogia
suscita en el hombre la acción de gracias a Dios, por los dones recibidos y por
la pregustación de los bienes escatológicos, y lo alienta a transitar el Camino
de la Vida Nueva.
La celebración sacramental nos ofrece una verdadera sinfonía
de símbolos orientados a expresar aquella participación del misterio redentor
por el cual el hombre, es sumergido para "morir" a la vida de pecado,
es lavado, con el agua pura, de toda corrupción y emergido para transitar una
vida nueva -bautismo-, es revestido con la plenitud del Espíritu Santo y
plenamente incorporado en la comunión eclesial -confirmación- para sentarse con
los hermanos a participar del banquete escatológico y ser transformado en aquello
que recibe -eucaristía bautismal- hasta que definitivamente Cristo sea todo en
todos.
Por esto mismo y según nuestra perspectiva la alteración del orden sacramental
dañaría el valor simbólico de la iniciación.
La perspectiva que los rituales expresan, dentro de un perfil doctrinal, acerca de la consideración unitaria de los tres sacramentos y su orden tradicional de bautismo-confirmación-eucaristía es suficientemente explícita, sin embargo una práctica pastoral, ampliamente extendida entre comunidades de
Creemos que la ubicación de la confirmación en el proceso de la iniciación cristiana, no es un tema menor, ya que nos parece que influye directamente a la valoración misma del sacramento.
Si bien no desconocemos opiniones contrarias, no obstante nos parece conveniente insistir que la alteración del orden sacramental afecta a su carga simbólica.
El calificativo de "dialogal" con el que consideramos a la acción sacramental de la iniciación cristiana surge por cuanto ésta encierra un dinamismo por el que la propuesta de Dios espera siempre una nueva respuesta actualizada por parte del hombre. Este gran sacramento no es un acto cerrado, clausurado en la celebración de cada rito, sino abierto a sucesivas respuestas, no siempre en el mismo sentido por parte del hombre. De allí que entendemos la iniciación cristiana no como un proceso lineal de crecimiento progresivo sino un proceso transformador en el que la garantía de crecimiento está ofrecida y anticipada gratuitamente por Dios y la eficacia del mismo está en estrecha relación con la libre respuesta del hombre. Aunque el hombre a lo largo de este diálogo salvífico demore su respuesta, responda negativamente o con indiferencia, la propuesta de Dios estará siempre abierta para él, expectante, como el "padre misericordioso" de la parábola narrada en el Evangelio según san Lucas. Podríamos decir que en cada respuesta "histórica" del hombre se dinamiza la eficacia de la acción sacramental, esperando la plenitud del eschaton en que nuestra respuesta se identifique con la de Cristo.
Es pues una acción sinérgica con una dinámica dialogal entre Dios y el hombre, en
La iniciación cristiana es una acción simbólica dialogal y eclesial. Acción celebrada por, en y para
Si bien es cierto que la acción de la gracia vincula al hombre con Dios, es cierto también que esta acción esta mediada y sujeta a las condiciones de la misma encarnación.
Nos parece oportuno señalar la convicción eclesiológica que articula nuestra comprensión de la iniciación cristiana.
Teniendo en cuenta que la iniciación cristiana en cuanto sacramento implica en su celebración una interacción dinámica de dos sujetos, entre los cuales intervienen una multiplicidad de mediaciones dediquemos una consideración especial a lo que llamamos las disposiciones del sujeto refiriéndonos de este modo a quien recibe la gracia como don. No hemos de abordar la ponderación de quien se resiste interiormente a recibir la gracia o la de quien finge estar dispuesto a recibirla por cuanto consideramos que no estaría en directa relación con el tema abordado. Sin embargo desde nuestra responsabilidad como comunidad catequística deberíamos ponderar la incidencia de aquellas otras mediaciones para la eficacia sacramental, tales como las condiciones en que se celebran los sacramentos, o los recursos catequísticos de los que se valen los agentes pastorales, o la calidad de trato de la comunidad en que los interesados son recibidos.
La consideración respecto de la "edad" de quien sea invitado a participar del gran sacramento de la iniciación, no deja de ser un tema importante por entender que es uno de los temas disparadores de las alternativas pastorales.
La consideración de los sacramentos como acciones en las que Dios toma la iniciativa expectante de una respuesta eficaz del hombre, nos exime de volver aquí sobre la cuestión de administrar o no a los bebés o a las personas sin uso de razón, los sacramentos de la iniciación ya que no se trata de la entrega histórica de un rito regalado sino de la celebración de una acción memorial que se abre paso hacia la eternidad. Por eso mismo nos permitimos llamar la atención sobre una conducta que está en estrecha relación con la dimensión eclesial de la iniciación cristiana.
Temer o poner óbices pastorales para la celebración integral de la iniciación cristiana, es olvidar que la celebración de este gran sacramento no es el término o punto final de una relación sino inicio, apertura, disposición para crecer en la comunión con Dios y con los hermanos. La celebración de los sacramentos no es entrega de trofeos o reparto de premios a los méritos de quienes los reciben sino la administración de un don que dispone y capacita para actuar meritoriamente en el seguimiento de Jesucristo.
"La iniciación cristiana no es otra cosa que la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de Cristo" .
Vuelvo a mencionar tres dimensiones que nos permitirían prolongar nuestra reflexión sobre la iniciación cristiana (pero que será en otra oportunidad):La dimensión cristocéntrico-trinitaria: Por la iniciación cristiana los fieles son sumergidos en el Misterio de Dios, uno y trino, adquiriendo de este modo una identidad trinitaria; los hombres son introducidos en la intimidad de Dios e invitados a participar en la relación de Jesús con el Padre en el Espíritu. Desde esta dimensión podríamos reflexionar acerca de
La dimensión eclesiológica: Por la iniciación cristiana los creyentes son hechos miembros del Cuerpo de Cristo, participan de aquel misterio de comunión y misión que es
La dimensión antropológica: Quienes participan y celebran este gran sacramento son transformados en "una nueva creación". Así pues, podríamos reflexionar desde una dimensión objetiva cómo
Al cabo de estas reflexiones creemos estar avalados para llamar a la iniciación cristiana como el gran sacramento ofrecido a los hombres para participar eficazmente del Misterio Pascual de Cristo, incorporándose en el Misterio de comunión que es
Algunos interrogantes:
• ¿Cuál es nuestro concepto de "sacramento"? ¿De qué modo ilumina nuestra pastoral sacramental -preparación, celebración, perseverancia?
• ¿Subyace aún la disyuntiva evangelización-sacramentalización? ¿Cómo superarla?
• ¿Qué pasos dar para que
• ¿Cómo prepararse y celebrar
• Enseña el Catecismo que "los fieles renacidos en el Bautismo son fortalecidos con el sacramento de
• Sin duda que la confirmación es uno de los momentos de esta iniciación pero según la naturaleza de este sacramento ¿se la debe ubicar como culminación de este proceso de iniciación? ¿Porqué?
3.
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Una lectura de la práctica catequística vigente.
La iniciación cristiana, que comienza ya con la celebración del Bautismo de los niños, normalmente dentro de los primeros meses de su vida, no presenta, en general, un adecuado acompañamiento de las familias. En los años sucesivos los niños y los padres podrían encontrar una valiosa ayuda para su crecimiento en la fe en los distintos niveles de las escuelas católicas, sin embargo no todos los bautizados participan de ellas.
Entre los 8 y 12 años, los niños son presentados por sus familias para prepararlos para su "Primera Comunión". Es allí donde encuentran abundantes propuestas para vivir y madurar la propia fe, lo que si bien puede ser una riqueza por la variedad de iniciativas no deja de ser una situación más que favorece una versión consumista de la fe por la cual se elige, cuando se puede, la que provea de mayores beneficios en el menor tiempo y con el mínimo compromiso.
En general, no obstante aquella variedad, los niños son recibidos desde los 8 años para transitar un camino de aproximadamente dos años de duración. En el transcurso de este período, si alguno no hubiere estado bautizado, recibe el Bautismo, y todos cercanos a la culminación de este tiempo, celebran su Primera Confesión, después de lo cual hacen su Primera Comunión, en distintas fechas, según las posibilidades de cada comunidad. La intervención de las familias en este período, también es variada y cada comunidad presenta un estilo diferente: desde reuniones semanales con los padres para que reciban la catequesis que ellos a su vez deben dar a sus hijos, hasta encuentros ocasionales, formativos e informativos. Se abre a partir de aquí un período, llamado en algunas ocasiones "de perseverancia" y es confiado a distintos agentes, según las comunidades; en algunos casos a instituciones o movimientos, en otros a las comunidades educativas católicas, en otros a grupos creados especialmente para ello, sin embargo no configura, en general, un adecuado acompañamiento ni de aquellos que han sido catequizados, ni de sus familias.
A partir de los 14 años son nuevamente recibidos -en general, en número significativamente menor para prepararse a recibirla Confirmación. La
participación de las familias en este último período de catequesis es ínfima.
Es un honesto ejercicio de quienes somos responsables de la conducción y de la acción pastoral, el interrogarnos si esta praxis tiene una consecuente eficacia, es decir, si los niños, adolescentes y adultos que transitan estos caminos catequísticos o catecumenales que ofrecemos alcanzan el objetivo deseado: ser iniciados en la fe.
La actual pastoral catequística está caracterizada, por un activismo inquieto y apasionado, muchas veces orientado a responder a las demandas sacramentales, provocadas por una mentalidad consumista y una fe de costumbre.
Otra constatación que podemos señalar es que la actual pastoral catequística dela IC , se
encuentra fragmentada en diversos momentos según el sacramento para el que
preparan, que tales momentos padecen una débil e interrumpida vinculación, que,
muchas veces, no inicia a la vida cristiana y otras tantas ni siquiera inicia a
los sacramentos, en cuanto son escasos, ya los conocimientos asimilados, ya el
fruto que produce en quienes los reciben y celebran .
La iniciación cristiana, que comienza ya con la celebración del Bautismo de los niños, normalmente dentro de los primeros meses de su vida, no presenta, en general, un adecuado acompañamiento de las familias. En los años sucesivos los niños y los padres podrían encontrar una valiosa ayuda para su crecimiento en la fe en los distintos niveles de las escuelas católicas, sin embargo no todos los bautizados participan de ellas.
Entre los 8 y 12 años, los niños son presentados por sus familias para prepararlos para su "Primera Comunión". Es allí donde encuentran abundantes propuestas para vivir y madurar la propia fe, lo que si bien puede ser una riqueza por la variedad de iniciativas no deja de ser una situación más que favorece una versión consumista de la fe por la cual se elige, cuando se puede, la que provea de mayores beneficios en el menor tiempo y con el mínimo compromiso.
En general, no obstante aquella variedad, los niños son recibidos desde los 8 años para transitar un camino de aproximadamente dos años de duración. En el transcurso de este período, si alguno no hubiere estado bautizado, recibe el Bautismo, y todos cercanos a la culminación de este tiempo, celebran su Primera Confesión, después de lo cual hacen su Primera Comunión, en distintas fechas, según las posibilidades de cada comunidad. La intervención de las familias en este período, también es variada y cada comunidad presenta un estilo diferente: desde reuniones semanales con los padres para que reciban la catequesis que ellos a su vez deben dar a sus hijos, hasta encuentros ocasionales, formativos e informativos. Se abre a partir de aquí un período, llamado en algunas ocasiones "de perseverancia" y es confiado a distintos agentes, según las comunidades; en algunos casos a instituciones o movimientos, en otros a las comunidades educativas católicas, en otros a grupos creados especialmente para ello, sin embargo no configura, en general, un adecuado acompañamiento ni de aquellos que han sido catequizados, ni de sus familias.
A partir de los 14 años son nuevamente recibidos -en general, en número significativamente menor para prepararse a recibir
Es un honesto ejercicio de quienes somos responsables de la conducción y de la acción pastoral, el interrogarnos si esta praxis tiene una consecuente eficacia, es decir, si los niños, adolescentes y adultos que transitan estos caminos catequísticos o catecumenales que ofrecemos alcanzan el objetivo deseado: ser iniciados en la fe.
La actual pastoral catequística está caracterizada, por un activismo inquieto y apasionado, muchas veces orientado a responder a las demandas sacramentales, provocadas por una mentalidad consumista y una fe de costumbre.
Otra constatación que podemos señalar es que la actual pastoral catequística de
Es doloroso constatar que la conclusión de
Estos aspectos, que muestran una dificultad objetiva en la comunicación de la fe, pueden estar relacionados a algunas otras causas, más inmediatas, respecto a aquella fundamental de la crisis de la civilización.
La primera, es la dificultad de entrar en la comprensión teológica-pastoral de
La segunda es la dificultad de identificar en una concreta corresponsabilidad a los sujetos que tienen a su cargo
La tercera causa está en el hecho de que la persona del catequista a menudo es elegida o aceptada más por necesidad de cubrir vacíos en el sector educativo-catequístico que por una vocación misionera; la misma formación de los catequistas a menudo es poco orgánica e inadecuada para responder a la articulación con los diversos itinerarios.
En cuarto lugar podemos señalar el escaso conocimiento y aplicación de los Documentos de
P
4.
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4.a. Todos somos responsables.
Como hemos dicho más arribala IC
"en cuanto sacramento implica en su celebración una interacción dinámica
de dos sujetos, entre los cuales intervienen una multiplicidad de
mediaciones" y entre aquellas mediaciones destacamos la importancia del
ministro principal que administra tal sacramento. Existen, sin embargo, otras
acciones, que han de procurar una mejor disposición del sujeto para una mayor
fruición de la gracia que se comunica, en las cuales todos los miembros de la Iglesia debemos sentirnos
responsables.
"Enla Diócesis
la catequesis es un servicio único, realizado de modo conjunto por presbíteros,
diáconos, religiosos y laicos, en comunión con el obispo. Toda la comunidad
cristiana debe sentirse responsable de este servicio. Aunque los sacerdotes,
religiosos y laicos realizan en común la catequesis, lo hacen de manera
diferenciada, cada uno según su particular condición en la Iglesia " . [Y si
bien] toda la comunidad cristiana es responsable de la catequesis, y aunque
todos sus miembros han de dar testimonio de la fe, no todos reciben la misión
de ser catequistas.
"La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciación cristiana, en efecto, "no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles" . La misma educación permanente de la fe es un asunto que atañe a toda la comunidad. La catequesis es, por tanto, una acción educativa realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que los catecúmenos y catequizandos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad. […] De hecho, la comunidad cristiana sigue el desarrollo de los procesos catequéticos, ya sea con niños, con jóvenes o con adultos, como un hecho que le concierne y compromete directamente" . "La catequesis debe apoyarse en el testimonio de la comunidad eclesial"
Es el obispo, "responsable de la iniciación cristiana" quien ha "de procurar que en [su diócesis existan las estructuras y agentes de pastoral necesarios para asegurar de la manera más digna y eficaz la observancia de las disposiciones y disciplina litúrgica, catequética y pastoral de la iniciación cristiana, adaptada a las necesidades de nuestros tiempos".
Como hemos dicho más arriba
"En
"La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciación cristiana, en efecto, "no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles" . La misma educación permanente de la fe es un asunto que atañe a toda la comunidad. La catequesis es, por tanto, una acción educativa realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que los catecúmenos y catequizandos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad. […] De hecho, la comunidad cristiana sigue el desarrollo de los procesos catequéticos, ya sea con niños, con jóvenes o con adultos, como un hecho que le concierne y compromete directamente" . "La catequesis debe apoyarse en el testimonio de la comunidad eclesial"
Es el obispo, "responsable de la iniciación cristiana" quien ha "de procurar que en [su diócesis existan las estructuras y agentes de pastoral necesarios para asegurar de la manera más digna y eficaz la observancia de las disposiciones y disciplina litúrgica, catequética y pastoral de la iniciación cristiana, adaptada a las necesidades de nuestros tiempos".
Por su propia naturaleza de inserción progresiva en el misterio de Cristo y de
A los presbíteros, como cooperadores del orden episcopal, les corresponde, particularmente a los párrocos, cuidar la orientación de fondo de la catequesis y su adecuada programación, contando con la participación activa de los propios catequistas, y tratando de que esté "bien estructurada y bien orientada", garantizando la estrecha vinculación de la catequesis con los planes pastorales diocesanos y animando a las personas debidamente preparadas y oficialmente encargadas diáconos, padres, consagrados, catequistas, padrinos, educadores, instituciones, grupos etc. a ser cooperadores activos del proyecto diocesano .
Los diáconos, en comunión con el Obispo y el Presbiterio, colaboran en
Los padres de familia, primeros educadores de la fe de sus hijos , testifican y transmiten a la vez los valores humanos y religiosos. Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es un "verdadero ministerio" por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio hasta el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe y, en cierto modo, iniciación cristiana y escuela de los seguidores de Cristo . En efecto, "la catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis" .
Las personas de vida consagrada participan activamente en
Los catequistas son llamados interiormente por Dios o invitados por la misma comunidad eclesial para ejercer este ministerio de acompañar a los catecúmenos que les son encomendados; ministerio que asumirá diversos grados de dedicación, según las características de cada uno .
4.b. La comunidad cristiana ámbito de la Iniciación Cristiana.
La iniciación cristiana se realiza enla Iglesia , por la Iglesia y para la Iglesia ; nunca es un acto
privado entre Cristo y el catecúmeno: la iniciación cristiana, concierne a la
comunidad antes que al individuo ; es siempre acontecimiento eclesial.
La iniciación cristiana se realiza en
La celebración de la iniciación cristiana es una auténtica epifanía de
La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. La catequesis siempre es la misma. Pero ciertos "lugares" de catequización la colorean, cada uno con caracteres originales. Es importante saber cuál es la función de cada uno de ellos en orden a
La familia como "lugar de iniciación" tiene un carácter único: transmite el Evangelio enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos . Sobre esta base humana es más honda la iniciación en la vida cristiana: el despertar al sentido de Dios, los primeros pasos en la oración, la educación de la conciencia moral y la formación en el sentido cristiano del amor humano, concebido como reflejo del amor de Dios Creador y Padre. Se trata, en suma, de una educación cristiana más testimonial que de la instrucción, más ocasional que sistemática, más permanente y cotidiana que estructurada en períodos.
"La parroquia es un lugar privilegiado en que los fieles pueden tener una experiencia concreta de
La parroquia es, sin duda, el lugar más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana. Ella está llamada a ser una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios . La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran y las inserta en la universalidad de
La escuela católica es un lugar muy relevante para la formación humana y cristiana . Ya la declaración Gravissimum Educationis del Concilio Vaticano II "marca un cambio decisivo en la historia de la escuela católica: el paso de la escuela-institución al de la escuela-comunidad" .
Su nota distintiva es la de "crear un ambiente de la comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudar a los [niños y] adolescentes para que, en el desarrollo de la propia persona, crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bautismo, y ordenar últimamente toda la cultura humana según el mensaje de la salvación" .
Participando en las diversas "asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles" reconocidas en cada Iglesia particular, numerosos hermanos realizan su misión laical en el mundo y en la misma Iglesia dedicándose "a la práctica de la vida espiritual, al apostolado, a la caridad y a la asistencia, y a la presencia cristiana en las realidades temporales".
Están, pues, también involucradas en
5. Necesidad de repensar la praxis de iniciación cristiana
|
Es natural que, frente a los resultados cada
vez más escasos, no obstante el precioso empeño puesto en todos los niveles, se
eleve, por parte de los diversos agentes pastorales de la comunidad cristiana,
un grito que exprese semejante perplejidad: ¿qué debemos hacer?
Es el interrogante que nace del vivir esta común desazón, por no lograr que se convierta en significativo y duradero el acercamiento a la vida de fe. Un interrogante que podríamos resumir así: ¿cómo ayudar, a quienes hoy se acercan a la fe, a ser cristianos?
Todos estos elementos muestran la necesidad de repensarla IC particularmente de niños y
adolescentes.
Una praxis que responda a una doble fidelidad: por un lado que respete y asuma los datos de la situación histórica actual y por el otro que atienda y responda a las propuestas dela
Revelación cristiana.
La fidelidad a los datos de la historia no se agota con la exigencia de adaptar el lenguaje y el testimonio cristiano a la particular situación de los oyentes , sino que exige asumir la historia misma de los hombres, por positiva o negativa que sea, como posible "signo de los tiempos" , es decir, como lugar a través del cual el Espíritu habla en el hoy de su Iglesia y guía su accionar en forma adaptada a los tiempos.
Se trata, entonces, de recibir las transformaciones no con sentido de resignación o de pesimismo, sino, como eventuales desafíos u oportunidades que Dios nos confía en la certeza de que Él no abandona jamás a su pueblo y también hoy lo conduce a nuevos e inesperados espacios de vida.
Un primer gesto de fidelidad a la historia es el de tener en cuenta la denunciada crisis de la civilización, reconocerla y asumirla efectivamente como un desafío que exige emprender una nueva pastoral que responda a tal situación, sin inútiles nostalgias .
La tradicional praxis vigente en torno a los sacramentos dela IC refleja por demás una
situación social en la cual la cultura y las mismas instituciones civiles
sostenían la fe y las costumbres cristianas.
Pero hoy "ya no es posible hacerse ilusiones, se hicieron demasiado evidentes los signos de la descristianización, y de la pérdida de los valores humanos y morales fundamentales. En realidad tales valores, que si bien brotan de la ley moral escrita en el corazón de cada hombre, muy difícilmente se mantienen en la vida cotidiana, en la cultura y en la sociedad, cuando decae o se debilita la raíz de la fe en Dios y en Jesucristo" .
En este nuevo cuadro socio-religioso no es raro encontrar a cristianos que, si bien se profesan tales, no poseen más una fe cristiana auténtica, que incida en la vida y en sus decisiones morales, y, si hacen alguna referencia ala Iglesia , es en vistas a
conseguir servicios religiosos.
"El secularismo afecta directamente a la fe y a la religión. Desconoce la importancia que éstas tienen para la existencia cotidiana de los hombres y para su realización eterna. Al prescindir de Dios, se despoja al hombre de su referente último y los valores pierden su carácter de tales, convirtiéndose en ídolos que terminan degradándolo y esclavizándolo. Las secuelas de esta actitud suelen manifestarse en diversas formas de corrupción, que afectan a las personas y dañan el conjunto del tejido social" "El secularismo actual concibe la vida humana, personal y social, al margen de Dios y se constata incluso una creciente indiferencia religiosa" .
Tal secularismo involucra a las familias y aún a aquellos que son bastante fieles a los encuentros dominicales, lo que nos permite insistir en no dar por descontada la presencia de la fe cristiana en quienes se acercan para iniciarse en la fe -sean niños, adolescentes, jóvenes o adultos-.
Encuestas recientes que investigan la fe de los católicos, muestran la urgencia de una formación catequística más amplia y profunda y la necesidad de no suponer, ni en la predicación ni en los textos de catequesis, verdades esenciales, tales como la divinidad de Jesucristo, la existencia de la vida eterna, la realidad del mal y de la culpa. En este campo, apremia una valiente renovación de la formación catequética de los catequistas, una presencia más vigorosa de los sacerdotes en esta tarea y lograr procesos orgánicos más acordes con la maduración de la fe de las personas y de las comunidades.
Es el interrogante que nace del vivir esta común desazón, por no lograr que se convierta en significativo y duradero el acercamiento a la vida de fe. Un interrogante que podríamos resumir así: ¿cómo ayudar, a quienes hoy se acercan a la fe, a ser cristianos?
Todos estos elementos muestran la necesidad de repensar
Una praxis que responda a una doble fidelidad: por un lado que respete y asuma los datos de la situación histórica actual y por el otro que atienda y responda a las propuestas de
La fidelidad a los datos de la historia no se agota con la exigencia de adaptar el lenguaje y el testimonio cristiano a la particular situación de los oyentes , sino que exige asumir la historia misma de los hombres, por positiva o negativa que sea, como posible "signo de los tiempos" , es decir, como lugar a través del cual el Espíritu habla en el hoy de su Iglesia y guía su accionar en forma adaptada a los tiempos.
Se trata, entonces, de recibir las transformaciones no con sentido de resignación o de pesimismo, sino, como eventuales desafíos u oportunidades que Dios nos confía en la certeza de que Él no abandona jamás a su pueblo y también hoy lo conduce a nuevos e inesperados espacios de vida.
Un primer gesto de fidelidad a la historia es el de tener en cuenta la denunciada crisis de la civilización, reconocerla y asumirla efectivamente como un desafío que exige emprender una nueva pastoral que responda a tal situación, sin inútiles nostalgias .
La tradicional praxis vigente en torno a los sacramentos de
Pero hoy "ya no es posible hacerse ilusiones, se hicieron demasiado evidentes los signos de la descristianización, y de la pérdida de los valores humanos y morales fundamentales. En realidad tales valores, que si bien brotan de la ley moral escrita en el corazón de cada hombre, muy difícilmente se mantienen en la vida cotidiana, en la cultura y en la sociedad, cuando decae o se debilita la raíz de la fe en Dios y en Jesucristo" .
En este nuevo cuadro socio-religioso no es raro encontrar a cristianos que, si bien se profesan tales, no poseen más una fe cristiana auténtica, que incida en la vida y en sus decisiones morales, y, si hacen alguna referencia a
"El secularismo afecta directamente a la fe y a la religión. Desconoce la importancia que éstas tienen para la existencia cotidiana de los hombres y para su realización eterna. Al prescindir de Dios, se despoja al hombre de su referente último y los valores pierden su carácter de tales, convirtiéndose en ídolos que terminan degradándolo y esclavizándolo. Las secuelas de esta actitud suelen manifestarse en diversas formas de corrupción, que afectan a las personas y dañan el conjunto del tejido social" "El secularismo actual concibe la vida humana, personal y social, al margen de Dios y se constata incluso una creciente indiferencia religiosa" .
Tal secularismo involucra a las familias y aún a aquellos que son bastante fieles a los encuentros dominicales, lo que nos permite insistir en no dar por descontada la presencia de la fe cristiana en quienes se acercan para iniciarse en la fe -sean niños, adolescentes, jóvenes o adultos-.
Encuestas recientes que investigan la fe de los católicos, muestran la urgencia de una formación catequística más amplia y profunda y la necesidad de no suponer, ni en la predicación ni en los textos de catequesis, verdades esenciales, tales como la divinidad de Jesucristo, la existencia de la vida eterna, la realidad del mal y de la culpa. En este campo, apremia una valiente renovación de la formación catequética de los catequistas, una presencia más vigorosa de los sacerdotes en esta tarea y lograr procesos orgánicos más acordes con la maduración de la fe de las personas y de las comunidades.
Ante tal situación, la pastoral catequística deberá dar la primacía al anuncio del kerigma en vista a engendrar o regenerar la fe; una fe que involucre los aspectos públicos y privados de la existencia humana, que consolide el sentido de pertenencia eclesial y que haga que la comunidad cristiana no sea una simple agencia de servicios religiosos, sino, lugar de vida, de identidad y de experiencia concreta de la salvación obrada por Cristo.
Los contextos de vida en los cuales viven quienes acuden a
Al mismo tiempo es indispensable observar y reconocer que tales circunstancias son diversas, fluidas y mutantes; a tal punto que el mismo sujeto puede pasar fácilmente de un ambiente donde se vive cristianamente a otro totalmente opuesto.
Será importante comprender que
El discernir las "disposiciones religiosas" conque acuden los posibles catecúmenos debe ser tomado con la seriedad necesaria a fin de configurar con mayor claridad el itinerario más conveniente de
Se hace pues, urgente, discernir serenamente y asumir con coraje una pastoral de la iniciación cristiana que exprese nuestra firme decisión de navegar mar adentro para echar las redes atentos a los consejos del Señor .
Será inevitable la fatiga y múltiples las dificultades a la hora de debatir el diseño y las opciones que exija esta pastoral, pero creemos que es la ocasión para renovar nuestra fidelidad al Señor y dar un nuevo vigor a nuestras comunidades cristianas.
Algunos interrogantes:
• ¿Cómo vincular eficazmente: la gracia que se administra (consideración de la iniciación cristiana como "gran sacramento"); las disposiciones del sujeto que la recibe (edades, "casos"; historias); las circunstancias que influyen (ministro que celebra, catequista que acompaña, comunidad que rodea -familia, escuela, grupos "parroquiales"-)…?
• ¿De qué modo afecta a nuestra pastoral catequística aquella tensión entre lo objetivo del don y la subjetividad de su recepción…?
• ¿Es conveniente para nosotros un "Proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente"? ¿Es posible su diseño e implementación?
• Expectativas (nuestras y de los iniciados) y posibilidades reales de perseverancia (las que tenemos, las que querríamos tener, las que podemos ofrecer)…
SIGLAS Y
ABREVIATURAS.
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Escrito en orden a la aplicación del Concilio Va-ticano II y presentado por la Constitución Apostólica
Fidei Depositum (Roma: 1992).
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Documento de la
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