“En el centro de la tarjeta, dos manos van trabajando unos hilos. Algunos
de ellos delinean el itinerario propuesto por Jesús y caminado en estos años;
otros, aún están ovillados: simbolizan lo desconocido, que pertenece al futuro.
Mientras las manos van ofreciendo la vida, la ofrenda que reúne “hilos” del
pasado, del presente y del futuro queda consagrada POR CRISTO, CON ÉL y EN ÉL,
formando un cáliz.
LAS MANOS… …Son las de Dios Madre-Padre que me llamó a la vida (Salmo
138, 14-15), y comenzó la trama de mi historia al regalarme una familia,
raíces, y la Fe en
el Bautismo. Son las manos de Dios Tejedora que me sigue revelando su presencia
y actuar entre los pobres, con ellos, desde ellos; que sigue suturando los desgarrones
de la humanidad en la historia… Son las de las Auxiliares Parroquiales, entre
quienes aprendo el arte de “hilar”, tarea necesaria y gradual hacia un “tejer”
caminos de comunión…
Requiere paciencia y constancia para aprovechar todas las “hebras”, sus
texturas, color, grosor, para “que nada se pierda” (Jn
6,12)y para “que todos sean uno” (Jn 17,21). Misión, vida e
historia de “roble” en la que me inserto, de la que me apropio y con la que me
comprometo. Manos femeninas, que de modo sacerdotal expanden el Reino, con
límites y fragilidades porque “llevamos este Tesoro en vasijas de
barro”. (2 Co 4,7)
EL HUSO… pieza tan sencilla, discreta en su apariencia pero indispensable
para unificar y hacer posible la tarea de hilar… esa pieza me recuerda a MARÍA,
Mujer Hermana, alegre, de gestos cercanos, humanos, de reconciliación, de
vecindad; presente en mi vida, en la
Iglesia, en el barrio, en la Congregación…
Mi cuerpo, mi vida -como un cáliz que contiene el Vino nuevo de la alegría
pascual- se consagra definitivamente, por pura Gracia y Misericordia de Dios,
para “prolongar los gestos eucarísticos” de Jesús
Sacerdote.”
ESTO
QUE SOY, ESO TE DOY (E. Meana)
A veces me pregunto ¿por qué
yo?
Y sólo me respondes “porque
quiero”.
Es un misterio grande que
nos llames,
así tal como somos a tu
encuentro.
Entonces redescubro una
verdad:
mi vida, nuestra vida es un
tesoro;
se trata, entonces, sólo de
ofrecerte,
con todo nuestro amor esto que somos.
¿Qué te daré? ¿Qué te daremos?
Si todo, todo es tu regalo.
Te ofreceré, te ofreceremos esto que somos,
esto que soy, esto te doy
Esto que soy, esto es lo que
te doy.
Esto que somos es lo que te
damos.
Tú no desprecias nuestra
vida humilde,
se trata de poner todo en
tus manos.
Aquí van mis trabajos y mi
Fe,
mis mates, mis bajones y mis
sueños,
y todas las personas que me
diste
desde mi corazón te las
ofrezco.
Ø Busco
en mi corazón, en mi vida…
-¿Qué personas quiero ofrecer hoy al Señor?
-¿Qué bajones quiero presentarle hoy al
Señor?
-¿Qué sueños quiero confiarle hoy al Señor?
Ø ¿Cómo
me siento al entregarle todo esto mío? ¿Por qué?
Dando un pasito más…
Ø
Busco en la Palabra Juan 17,21-26
-¿Qué descubro en
esta Palabra?
-Vuelvo a leerla,
poniéndole nuestros nombres…
-¿Qué le puedo responder?
Y lo descubro…
“Los
ojos de Jesús se levantan al cielo como tantas veces lo ha hecho. Y le habla al
Padre, y le habla de sus amores…”
“Le cuenta de su amor por los “suyos”, los
varones y mujeres, la humanidad a Él encomendada; le pide al Padre por ellos;
le ruega que los cuide porque están en un mundo hostil, que les hará violencia.
El corazón de Jesús es como un hogar cálido, alimentado por el fuego de una
vivencia fraternal sin fronteras.”
“Jesús
Mediador, intercesor, nos muestra el lugar desde dónde alzar nuestros ojos al
Padre, en una actitud contemplativa y orante. Nuestra interioridad suplicante e
insistente tendrá rostros, nombres, situaciones. Rezaremos con el corazón o con
los labios, en el silencio o en medio del bullicio o la agitación.”
(CCS págs. 11 y 12)