le decimos:
Madre del corazón traspasado
que sufres en tus hijos ultrajados
y en la naturaleza herida,
reina tú ... junto con tu hijo.
Reina para que nadie más se sienta dueño de la obra de Dios.
En ti confiamos, Madre de la vida, no nos abandones en esta hora oscura.
y, haciéndonos eco del sueño del Papa Francisco en "Querida Amazonia", también soñamos para nuestra Vida Consagrada...
Soñamos con una VIDA CONSAGRADA que luche por los derechos de
los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, de las mujeres violentadas, donde su voz sea
escuchada y su dignidad sea promovida.
Soñamos con un VIDA CONSAGRADA que preserve esa riqueza
cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.
Soñamos con una VIDA CONSAGRADA que custodie celosamente la
abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus
ríos, llanuras y sus cordilleras.
Soñamos con comunidades profundamentes humanas capaces de entregarse y de encarnarse en la
VIDA CONSAGRADA, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos
rostros con rasgos interculturales e intergeneracionales.