lunes, 20 de julio de 2015

Desde Xai Xai...

25 años de Consagración

El 8 de mayo nuestra Hna Rosana cumplió 25 años de Alianza con Jesús!!!
25 años como Auxiliar Parroquial de Santa María!!
 Ese día celebró con su comunidad: Amancay, en Jujuy
Pero es tanta la alegría y la gratitud que los festejos se prolongan...
El 17 de julio quiso celebrar con su comunidad de origen, la parroquia "San Antonio" aquella que la envío y la entregó hace 25 años... desde la Diócesis de Mar del Plata

Ella misma a través de algunas imágenes nos cuenta algo de esa Celebración tan linda y profunda:
La que lleva el cuadro de Ntra.  Sra. del Perpetuo Socorro es Ana, la mamá de nuestra hna. Lili

Aquí me están interrogando las hnas. Neli y Graciela Ana y el laico consagrado con el Carisma Sacerdotal y Mariano Juan Sotelo sobre los votos

renovando la consagración

Bendición del Padre Pablo, quien me acompañara en mi proceso vocacional 

precioso altar... 

algo  de la fiestita...

la torta... riquísima!

"gracias por estar! sigamos dando gracias a Dios por tanto Amor!"

Rosana

domingo, 19 de julio de 2015

Domingo 16º durante el año

Comentario a la Buena Noticia según nos narra Marcos (6,30-34)

MIRAR A LA GENTE COMO JESÚS
Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse "ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco".
La gente les estropea el plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?
El evangelio describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud.. Sabe mirar sólo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. "Le dio lástima de ellos". Los lleva a todos muy dentro de su corazón.

Nunca los abandonará. Los "ve como ovejas sin pastor": gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso "se puso a enseñarles con calma", dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su palabra curadora.
Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando silenciosamente de la Iglesia, tal vez porque no pueden encontrar entre nosotros su evangelio o porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.
Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.
Un día, el rostro de la Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; no se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades. Hemos de volver a él.

REZAR JUNTOS Y REÍR EN COMÚN
La escena está cargada de ternura. Llegan los discípulos cansados del trabajo realizado. La actividad es tan intensa que ya "no encontraban tiempo para comer". Y entonces Jesús les hace esta invitación: "Vengan a un sitio tranquilo a descansar".
Los cristianos olvidamos hoy con demasiada frecuencia que un grupo de seguidores de Jesús no es sólo una comunidad de oración, reflexión y trabajo, sino también una comunidad de descanso y de disfrute. 
No siempre ha sido así. El texto que sigue no es de ningún teólogo progresista. Está redactado allá por el siglo IV por aquel gran obispo poco sospechoso de frivolidades que fue Agustín de Hipona.
"Un grupo de cristianos es un grupo de personas que rezan juntas, pero también conversan juntas. Ríen en común y se intercambian favores. Están bromeando juntas, y juntas están en serio. Están a veces en desacuerdo, pero sin animosidad, como se está a veces con uno mismo, utilizando ese desacuerdo para reforzar siempre el acuerdo habitual.
Aprenden algo unos de otros o lo enseñan unos a otro.Echan de menos, con pena, a los ausentes. Acogen con alegría a los que llegan. Hacen manifestaciones de este u otro tipo: chispas del corazón de los que se aman, expresadas en el rostro, en la lengua, en los ojos, en los mil gestos de ternura."
Tal vez lo que más nos sorprende hoy en este texto es esa faceta de unos cristianos que saben rezar, pero saben también reír. Saben estar serios y saben bromear. La Iglesia actual aparece casi siempre grave y solemne. Parece como que los cristianos le tenemos miedo a la risa, como si la risa fuera signo de frivolidad o de irresponsabilidad.
Hay, sin embargo, un humor y un saber reír que es signo más bien de madurez y sabiduría. Es la risa del creyente que sabe relativizar lo que es relativo, sin dramatizar sin necesidad los problemas.
Es una risa que nace de la confianza última en ese Dios que nos mira a todos con piedad y ternura. Una risa que distiende, libera y da fuerzas para seguir caminando. Esta risa une. Los que ríen juntos no se atacan ni se hacen daño, porque la risa verdaderamente humana nace de un corazón que sabe comprender y amar.

[...] El evangelio nos recuerda la invitación de Jesús: "Vengan a un sitio tranquilo a descansar un poco". Tal vez la Iglesia de hoy ha de repetir la misma invitación al hombre contemporáneo, a veces tan agobiado, disperso, aburrido o estresado, y enseñarle a encontrar descanso interior en el encuentro con ese Dios amigo de la vida, revelado en Jesús.

Extractado de "El camino abierto por Jesús" de J. Pagola 

domingo, 5 de julio de 2015

Domingo 14º durante el año

de la Buena Noticia de Jesús según San Marcos 6,1-6

SABIO Y CURADOR
No tenía poder cultural como los escribas. No era un intelectual con estudios. Tampoco poseía el poder sagrado de los sacerdotes del Templo. No era miembro de una familia honorable ni pertenecía a las élites urbanas de Séforis o Tiberíades. Jesús era un obrero de la construcción de una aldea desconocida de la Baja Galilea.
No había estudiado en ninguna escuela rabínica. NO se dedicaba a explicar la ley. No le preocupaban las discusiones doctrinales. No se interesó nunca por los ritos del templo. La gente lo veía como un maestro que enseñaba a entender y vivir la vida de manera diferente.
Según Marcos, cuando Jesús llega a Nazaret acompañado por sus discípulos, sus vecinos quedan sorprendidos por dos cosas: la sabiduría de su corazón y la fuerza curadora de sus manos. Era lo que mas atraía a la gente. Jesús no es un pensador que explica una doctrina, sino un sabio que comunica su experiencia de Dios y enseña a vivir bajo el signo del amor. No es un líder autoritario que impone su poder, sino un curador que sana la vida y alivia el sufrimiento.
Sin embargo, las gentes de Nazaret no lo aceptan. Neutralizan su presencia con toda clase de preguntas, sospechas y recelos. No se dejan enseñar por él ni se abren a su fuerza curadora. Jesús no logra acercarlos a Dios ni curar a todos, como hubiera deseado.

A Jesús no se le puede entender desde fuera. Hay que entrar en contacto con él. Dejar que nos enseñe cosas tan decisivas como la alegría de vivir, la compasión o la voluntad de crear un mundo más justo. Dejar que nos ayude a vivir en la presencia amistosa y cercana de Dios. Cuando uno se acerca a Jesús, no se siente atraído por una doctrina, sino invitado a vivir de manera nueva.
Por otra parte, para experimentar su fuerza salvadora es necesario dejarnos curar por él: recuperar poco a poco la libertad interior, liberarnos de miedos que nos paralizan, atrevernos a salir de la mediocridad. Jesús sigue hoy "imponiendo sus manos". Sólo se curan quienes creen en Él.

NO DESPRECIAR AL PROFETA
El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares.Tampoco le presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.
Su presencia sólo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. Todo lo demás "les resulta escandaloso".
Jesús se siente "despreciado": los suyos no lo aceptan como portador del mensaje y la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa".

Al mismo tiempo "se extraña de su falta de fe". Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: "No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos":
Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos "suyos"? ¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje? ¿No corremos el riesgod e apagar el Espíritu y despreciar su profecía?
Extractado de "El Camino abierto por Jesús" de J. Pagola