martes, 26 de julio de 2016

Memoria agradecida de un Testigo del Reino

Padre Rodolfo Carboni, 
Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires, 
Fundador de una Congregación.

Hombre de temple, ardor y entusiasmo. 
Que se alza como una figura ejemplar del clero argentino, 
enmarcado en la contingencia histórica que le tocó vivir, 
avizorando un cambio en la Iglesia. 
Párroco de Alma, Cura hasta el final.

Sobre tu corazón incendiado deseamos reposar el nuestro, 
tantas veces entibiado por el temor, y el  poco amor.

En tu espíritu llameante queremos quemarnos; 
en tu fuego sagrado deseamos calentar aquellas brasas 
que se apagan en el  alma. 

Somos caminantes de un tiempo y de una historia ... 
Somos peregrinos sorprendidos ...

Las lámparas que tenemos encendidas, 
en espera de ese Gran Día, necesitan del aceite nuevo 
de tu ejemplo, de tu testimonio. 

Deseamos sigas caminando entre nosotros. 
Con ese paso firme, decidido, de apóstol convencido.

Necesitamos la cotidianidad de tu sacerdocio, 
en la configuración  con Jesús Sacerdote,  
derramada desde la misteriosa vertiente 
de la comunión de los santos.

A través del velo que nos pone el misterio de la Vida
es bueno que tu mirada de pastor nos llegue, 
nos inunde con resplandeciente ternura, 
para mantenernos en la esperanza confiada, 
y saborear, ya desde ahora, lo único necesario. 

Que el camino recorrido leyendo en el libro de tu corazón, 
en cuyo último secreto está la Cara de Dios, 
nos inunde con la luz que emana 
de ese Rostro Eterno y Amado.

Testigo. Amigo. Guía. Padre.

A ti, nuestra memoria agradecida.

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